viernes, 14 de noviembre de 2014

Salento: en el corazón del eje cafetero colombiano.

Colombia. Me acuerdo de ti, y al instante se me paran los pelos y se me llenan de lágrimas los ojos. En este maravilloso y enorme país con costas pacíficas y atlánticas, nos tomamos 5 semanas para recorrer gran parte de él. Y cuando el tiempo no juega en tu contra y estás viajando y no andas de paso con tiempo limitado, los lugares tranquilos que invitan a hacer nada, son una pausa necesaria. Y eso fue lo que nos pasó con Salento, al que generalmente los turistas van a conocer por el día, a nosotros nos atrapó por más de 90 aletargadas horas.



Colombia en vez de estar sub dividida por regiones o estados, cuenta con departamentos. Este colorido municipio, rodeado por valles, cafetales y montañas, se encuentra en el extremo nororiental del departamento del Quindío. (al sur de Medellín y al oeste de Bogotá)
Aquí, encontrarán un pueblito de una colorida calle principal, y unas 5 calles que la atraviesan. No puede faltar la plaza con la iglesia, desde donde salen jeeps hacia el valle del cocora, y a los cafetales. Al final de esta calle principal se encontrarán con una gran escalera...suban y una vez arriba deléitense con las hermosas vistas del pueblo.

Una vez subes la larga escalera, te encuentras con otra perspectiva del pueblo y sus alrededores.

El ritmo transcurre lento, se respira energía de pueblo, con el puestito de comida de la señora rosa y el perro que duerme siesta. Con habitantes tan amables que te enamoras de ellos tras escuchar sus "a la orden" y con hostales que más bien son casas para viajeros donde por un buen precio arriendas una habitación con baño y una maravillosa señora llamada Rosmira te despierta con un desayuno de cortesía que no estaba incluido en el precio de la habitación. Por eso, quizás, nos quedamos más tiempo del presupuestado...





Este lugar nos hizo sentir como en casa, y nos permitió conectar con la nostalgia que cualquier viajero siente en sus últimas semanas de un viaje de 2 años.
Alrededor de este colorido pueblito, recomiendo a ojos cerrados visitar un cafetal y así aprender sobre el arduo trabajo que hay detrás de la cosecha y producción del delicioso e inigualable café colombiano.


Esta es la hermosa finca El Ocaso, a la que puedes llegar desde la plaza de Salento. Nosotros nos fuimos caminando (40 min, aprox)


La flor del café. Después da el fruto, del cual, tras un largo proceso, se obtiene el grano.

Recolectando frutos...



...y de su interior se obtiene el grano que ya todos conocemos.
Sin duda, detrás de una taza de café, hay toda una historia y un arduo trabajo.







Al finalizar la charla explicativa del proceso de cultivo cafetero, degustamos el café más delicioso que hemos probado en nuestras vidas. Tanto así, que ni azúcar fue necesario echarle (y les escribe alguien extremadamente dulce)
Aprendimos algunas cosas que nos sacó un poco de nuestra ignorancia respecto al tema.
Yo al menos creía que el  café arábico provenía de los países arabes, pero no podía estar más equivocada.
Tampoco sabía que su cultivo exige condiciones especiales de suelo, temperatura, precipitación atmosférica y cierta altitud sobre el nivel del mar. Las condiciones ideales se encuentran entre los 1.200 y 1.800 metros de altura sobre el nivel del mar. (a mayor altitud, mejor calidad el café)


Otro paseo por el día es el valle de cocora, con una gran biodiversidad y riqueza paisajística de singular belleza y famoso por sus palmas de cera de troncos alto y delgados que se peinan (y despeinan) al viento con la brisa que sopla por este verde y hermoso valle.


Este parcito era como el Brad Pitt y el George Clooney de los caballos...



Ya saben...si andan por el centro Sur de Colombia, pasen por aquí.
Y vengan con tiempo, porque seguro que Salento los va a hechizar...




viernes, 17 de octubre de 2014

Estética y Cultura: la belleza en el mundo.

"La diversidad enriquece al mundo, la intolerancia lo empobrece"

Una de las razones principales por las que amo viajar, es aprender cosas nuevas. Dicen que una mente que se somete a nuevos aprendizajes, nunca vuelve a su tamaño original. Cuando sales de los 50 km cuadrados por los que te mueves siempre, descubres que más alla, hay distintas formas de vida, de pensar, de actuar y lo que considerábamos como normal, a 30 mil km. de distancia ya no lo es.
Nunca me conformé con ver la diversidad que enriquece tanto este mundo a través de las revistas o la televisión. Yo siempre quise presenciarlo con mis propios ojos. Ya que no es lo mismo ver esas diferencias culturales desde el sillón de tu casa. Hay que estar ahí, conocer la historia por la que atravesó ese país o etnia, para entender un poco más el porqué de las cosas.
Es por eso que debemos viajar con la mente abierta. Y es por eso que también me da rabia/pena, escuchar comentarios de personas que escuchan mis historias de cuando (por ejemplo) estuve en un matrimonio nepalí, y comento lo que observé, y me salen con frases tipo "están cagados de la cabeza" o "cultura? perdón pero eso es una ridiculez". Todo aquello que no estamos acostumbrados a escuchar, oler, saborear, y sobre todo, ver, puede representar algo extraño para nuestros sentidos, pero no olvidemos que en otras tierras, los extraños somos nosotros.

Hace un par de días, en mis clases de conversación de inglés, la profesora puso un interesante tema sobre la mesa. Qué es la belleza para nosotros y cómo varían estos cánones en diferentes culturas. Y es así como llegué a contarles que venía llegando de un largo viaje por el que mi retina desfilaron un sinfín de imágenes que no dudé en compartir con mis compañeros.
Comenté que los ideales de belleza varían dependiendo del dónde nos encontremos. Ya estamos al tanto de que en occidente, todas quieren ser bronceadas y sin embargo en Asia, todas usan cuanto producto blanqueador esté a su alcance para encajar con el standard de belleza.
Pero quizás, desconocemos interesantes hechos y prácticas que se estilan en países menos explorados.
En Myanmar, ex Birmania por ejemplo, llamó muchísimo mi atención que los lunares peludos, eran símbolo de belleza, y más aún si sus pelos eran largos.

El lunar que la lleva en Myanmar (ex-birmania)

En este mismo país -Myanmar-  existe la etnia Paduang, más conocidas como las mujeres cuello de jirafa. Esta tribu, también conocida como karen o kayam, usan unos anillos en el cuello que van sumando con los años, y empujan las clavículas hacia abajo con el fin de separar las cervicales y así tener un cuello eterno que es símbolo de belleza. Debido al régimen político militar de la década de los 90, que obligaba a estas mujeres a renunciar a sus tradiciones, para que el país no fuese visto como poco desarrollado, muchas de las mujeres de esta etnia, emigraron al norte de Tailandia, sabiendo que por allá podrían sobrevivir, sacando provecho de su atractivo exótico en la industria del turismo.

 En Chiang Mai, Tailandia.

 En Bagan, Myanmar.

Un caso paradigmático es China. durante siglos, las mujeres asiáticas prefirieron la piel clara, una boca delicada, una nariz pequeña, el pelo negro y lacio, y una cara redonda. Ahora, el look de la piel blanca persiste, pero muchas se tiñen el pelo de rubio y se lo ondulan, piden que sus rostros se alarguen y que los pómulos queden marcados. De hecho, una compañía privada, evercare, hace media docena de operaciones de cirugía estética por día en China, ya sea en hospitales, en clínicas o incluso en centros de belleza. Aunque el gobierno chino no lleva estadísticas oficiales, el número de operaciones realizadas el año último es de varios millones, ya que incluso las chicas más pobres de las zonas rurales están dispuestas a invertir meses de sueldo en intervenciones que les den a sus ojos un look más occidental y menos rasgado.

Cuando seas grande, por favor no te hagas nada en tu carita!! Eres un bombón!!

La belleza también varía según la religión. Las musulmanas visten muy cubiertas pero me sorprendió descubrir en Marruecos que son adictas a la ropa interior sexy, que por supuesto, está reservada sólo para su marido. También tienen un especial cuidado por su pelo. Tienen largas y brillantes cabelleras, y usan henna para que ésta sea bien negra y lustrosa. Tienen un pelo envidiable y lo curioso es que andan tan tapadas que ni lo lucen! Supongo que también estará reservado para la intimidad. Sin embargo, en occidente, muchas se desviven por ser rubias, y eso de andar cubiertas? para las monjas!

Dos musulmanas con su atuendo playero. Será que llevan un bikini sepsi por debajo?

India. Uno de los países más grandes del mundo. Con mil trescientos millones de habitantes. Se imaginan locura tal? Este país multisensorial no solo entra por el olfato y las papilas gustativas. A la vista, es una fiesta de colores, y las indias, según yo, exudan belleza. Qué color de piel, y qué cabellos más increíbles por Dios! Y resaltan su morenidad (esa palabra existe?) con esos saris hermosísimos. También son buenas para el accesorio. Muchas pulseras, aros de nariz y oreja unidos por una cadenita, manos con tatuajes de henna, e incluso a los más chiquitos, les delinean los ojos y les dibujan grandes lunares.

Esos trapos que yo quisiera tener colgados en mi clóset.


Algunas curiosidades que seguro no sabías...

Africa es quizás, el continente que más misterios guarda en relación a la cultura de la belleza. Es un destino que tengo entre ceja y ceja hace rato. Y desde ya, me informo para que el día que vaya, todo cobre sentido y así, pueda comprender todo lo que suceda frente a mis ojos.
En Kenia, por ejemplo, está la tribu masai. Sus mujeres, mientras más rapadas tengan la cabeza, más bellas se les considera.
En Mauritania, país que queda en el oeste de Africa, se celebra la obesidad. Sí, tal como lo leen. No hablo de mujeres rellenas y de mejillas rosaditas...Obesas!! A tal punto que, desde pequeñas, las mandan a campamentos de engorde donde consumen 16 mil calorías por día. 
En Etiopia, las mujeres se estiran el labio y colocan en él discos de madera o porcelana para conquistar a sus hombres. Desde chicas, sus madres cortan el labio inferior para que poco a poco puedan ir colocándose accesorios más grandes y así ser más llamativas.
Incluso en muchas tribus africanas, los pechos caídos son símbolo de belleza y fertilidad, mientras más caídos sean, más hijos han tenido, y ésto es algo bello y muy apreciado en su propia cultura.
En mi blog, no subo fotos que no sean de mi autoría, asi que Africa es por ahora, mi tarea pendiente.
 
En occidente, se persigue un ideal de belleza que hoy está preocupantemente influenciado por la publicidad y la moda. Cada vez más, hay más casos de anorexia y bulimia (y desde más temprana edad).
No conozco mujer que no se encuentre gorda, incluso aquellas a las que les faltan con urgencia unas cazuelas. Y claro, si nos comparamos con las modelos de Victoria Secret que seguro no pueden comer sin cargo de conciencia mas de mil calorías diarias, todas somos unas morsas. 
Pero así como van mutando los ideales en cada continente, también han ido variando con el transcurso de los años. 
En la prehistoria por ejemplo, lo importante era la fertilidad y supervivencia. De esta forma, los pechos, las caderas y los estómagos redondeados y rellenitos eran símbolo de fertilidad. Ese mismo ideal encajaba en la época del renacimiento, que podemos apreciar en famosas pinturas de Da Vinci, Miguel Angel, Boticelli entre otros. Yo encajo perfecto con el ideal renacentista! ;)

Como ven, en gustos no hay nada escrito, y la belleza es tan relativa, como curiosa.

martes, 30 de septiembre de 2014

Volver...


Llevo dos meses queriendo vomitar este post. Algo me pasa que es un poco dificil de entender, y más aún, difícil de explicar.
Mi compañero tomó durante el viaje por USA la dura desición de tener que comunicarme que "el viaje llega hasta Colombia". Fue muy difícil para él tener que decírmelo. Sus motivos son personales y relacionados al trabajo, razones de peso que a mí me tocó comprender y apoyar con empatía.
Y aunque estemos casados, él no corta mis alas y hasta me dió la libertad de continuar viaje sola, cosa que ni si quiera medité, porque el viaje era de los dos. Yo planifiqué, visualicé y soñé cada uno de esos rincones junto a él. Me encanta viajar sola y seguro volveré a hacerlo algún día, pero esta travesía era de ambos, y terminarlo sola hubiese sido más bien un capricho. Salimos juntos y volveremos más unidos que ese 4 de dic. del 2012.


Días antes de partir...y uno de los días más felices de nuestras vidas.

...Pero algún día había que volver.

Ahora, tampoco les voy a negar lo duro que implica para mi renunciar a un sueño.
Generalmente soy ese tipo de personas que se entusiasma con un tema y con la misma pasión, pierdo interés al poco tiempo...Excepto con los proyectos laborales relacionados a mi carrera como actriz, y sobre todo en el plano viajes. Cuando un destino se me pone entre ceja y ceja, no descanso hasta estar ahí. Y este volver, es de alguna manera, mi primer "fracaso" como viajera. Le "fallé" a Ecuador, Perú y Bolivia...pero esos 3 latinos que también están esperando conocerme, se quedarán ahí, esperando...no se moverán de ahí. Somos vecinos, no son para nada caros, y nos conoceremos en el momento que tenga que suceder.
De principio el plan era volver a casa por tierra. Entrar a Chile por el norte, desde el altiplano boliviano.
Pero volvimos en un avión, desde Bogotá, Colombia.
Veo el mapa, y cuando veo todo lo que me salté, me dan ganas de llorar.
Para que entiendan un poco más lo que siento por haber vuelto antes, voy a poner de ejemplo esto que viví en el techo del mundo:
Cuando estábamos en Nepal haciendo nuestro trekking por los Himalayas, el último día, estaba con las piernas apenas, me dolía una rodilla y mi andar me recordaba paso a paso que tengo un juanete que a veces frena mi andar. Me prometí terminar el recorrido y llegar (como fuera) a la meta. Cuando faltaban 3 horas de caminata, habían unos jeeps que ofrecían caer en la tentación de volver en 30 minutos. Pero dije NO!
Haber tomado ese jeep, me haría sentir que no lo logré. Después de todo lo que había caminado en 4 días, no podía fallar en ese tramo final.
Hoy, el volver a casa se siente un poco así. Como si ese avión fuera ese jeep que te acerca rapidito al destino final.
La idea era llegar a casa por tierra, de a poco, lentamente, atravesando países que hace tiempo tengo postergados...y que una vez más, porque el destino así lo quiso, seguiré postergando (pero no por mucho tiempo)

Bienvenido a la "realidad" (?)
Como si todo lo vivido estos casi 2 años fuese parte de un mundo de fantasía. Ya se me hace inconcebible y hasta ridículo que alguien hable de “realidad” si vive inmerso en una sola, habiendo tantos universos en este diverso mundo!! La realidad es el mundo entero señores!! No se si exista algo más real que conocer y aprender de otras culturas y realidades diferentes a la tuya. Es más, considero más burbuja quedarse para siempre en un solo lugar, encontrando "normal" y socialmente aceptado únicamente lo conocido que te rodea, o escapar de tu rutina dos semanas al año para ir a una maqueta llamada resort que no representa en absoluto la realidad del lugar.
Viajar es una buena forma de sacarte de tu zona de confort y abrir tus ojos y mente, y esto te permite descubrir la suerte que te tocó a ti, cuando observas realidades de países pobres, que han sufrido genocidios, que viven en condiciones precarias de salud y educación, niños que trabajan a una edad en la que deberían estar jugando y gente de tercera edad que sigue trabajando cuando debería estar descansando y disfrutando su jubilación y últimos años de vida... y pese a todo eso, se ven felices!!
Qué significa entonces "bienvenido a la realidad"?
Creo que la visión de la realidad es super deprimente...te pasa algo malo y escuchas "bueno, así es la vida". Todos los días se oyen frases tontas como "el que te quiere te aporrea" o "ella con su vida perfecta lejana a la realidad, tiene que aterrizar".
Tanto el afortunado de vida "perfecta" o el que no tuvo tanta suerte, tiene sus propias realidades. No es más real la vida de quien lo pasa mal, ni menos real la de quien le ha tocado más fácil. Y es así como existen miles de otras sub realidades que uno puede observar cuando ve/vive distintas culturas (sobre todo aquellas que son opuestas a la de uno)
Incluso cuando cuento cómo son las cosas en Canadá, la gente nos responde "osea, casi un mundo de fantasía" y sí, reconozco que hasta yo he llamado a Vancouver como "neverland", porque cuesta creer que un país sea tan civilizado y funcione como reloj suizo. Pero eso no significa que India, por ejemplo, sea "the real life" y Canadá sea "Alicia en el país de las maravillas"...solo son 2 realidades y mundos diferentes...opuestos, pero diferentes.
"Bienvenida a la realidad"...jamás será una frase dicha por viajeros, esos locos patiperros ya han tenido fuertes dosis de realidad, por eso a estas alturas hasta me parece normal que esa frase sea dicha por los asiduos al "all inclusive", ya que una vez fuera de ahí y de vuelta a casa, ellos sí que tienen que volver a su dura realidad, que por lo demás, no tiene nada que ver con la mía.




Miedos, ansiedad e ilusión...
Temo que el volver signifique que mi cámara se guarde por un buen rato en el clóset. Este último tiempo se ha convertido en mi amiga inseparable. Creo que a ella tambien le dará una "depresión post party" y sentirá unas ganas inaguantables de volver a ver la luz y los colores de los diversos paisajes a los que fue "sometida" este último tiempo.
También me asusta no tener fuentes de inspiración para seguir escribiendo en el blog de lo vivido. Aún tengo material pendiente de Asia, Canadá y del viaje presente. Pero escribir desde un lugar que no es el mío, es lo que mantiene mi creatividad despierta.
También está el tema laboral. Quiero lograr hacer algo por gusto y no por necesidad. No va conmigo eso de ser esclava de algo que detesto, sólo por un sueldo.
Me aterra y al mismo tiempo me llena de ilusión la maternidad, y con mi compañero nos sentimos más listos que nunca, pero al mismo tiempo es difícil enfrentar tanta presión y no saber qué responder ante la clásica preguntita del millón: "y la guagua cuándo?" y probablemente cuando venga el primero, la pregunta será cuando viene el segundo. Dios santo! quién me mandó a nacer en un país de cultura tan metiche.
Creánme, no es nada fácil ser mujer, de casi 34 años y vivir en una sociedad como ésta, y más encima ser la "revelada anti sistema" que siguió un camino tan no tradicional. Eso por ejemplo, es algo que extraño de Canadá...allá NADIE se mete en tu vida. Acá, te invaden/presionan con preguntas de índole demasiado personal para mi gusto. Así que las preguntas en relación a lo laboral, al qué voy a hacer de mi vida y mis períodos fértiles, son MI problema!! Gracias por la preocupación...

Volver también implica varias cosas que me llenan de ansiedad e ilusión: reencontrarme con mis amigas y familia, conocer a mi sobrino de año y medio y a mi sobrina de un mes de vida, volver a ver a nuestro gato Benito y asumir que nunca más veré a mi gata Thelma. Crear nuevos proyectos viajeros y buscar nuevos caminos que me lleven a cumplir mis próximos sueños. Crear una nueva rutina, pero diferente a la convencional. Estoy tomándome el regreso con mucha calma, sin apurar los procesos, ya que es ahí cuando uno toma malas decisiones que van en contra de mi propio ritmo, que es bastante más pausado que el de la mayoría.

No se trata de dónde estés, sino de dónde quieres llegar.


"No llores porque terminó, sonríe porque lo viviste"
Leí esa frase en un muro de Colombia, días antes de volver. Fue una señal que dibujó en mí, una nostálgica sonrisa.
Estoy infinitamente agradecida de haber vivido todo esto. Abrimos nuevas puertas, al experimentar una nueva forma de vida, al ver culturas lejanas y extremadamente diferentes a la nuestra, conocimos gente maravillosa que se cruzó por nuestro camino, probamos nuevos sabores, nos desafiamos a nosotros mismos en contextos casi opuestos al habitual. Descubrimos nuestro propio ritmo de vida y en qué entorno nos sentimos más cómodos. Se nos abrió un abanico de posibilidades gigantesco que jamás hubiésemos conocido de habernos quedado en casa. Experimentamos la libertad de una vida sin televisión ni celulares, y eso nos permitió conectarnos como pareja y con nosotros mismos.
Creo cada vez más en que es posible una vida fuera del molde y siento una fuerte convicción de que habernos permitido vivir esto es la mejor desición que hemos tomado en nuestras vidas (como individuos y como pareja).

No fue nada fácil dejar a la familia, los amigos, casa, negocio, auto, gatos, la seguridad y estabilidad económica. Pero recién hoy, descubro, que comparado con volver, haberse ido no fue nada.
Pero siempre es necesario volver a nuestro lugar de origen, ya extrañábamos demasiado a los nuestros, y después de dos años, era necesaria una pausa. Nunca ha sido mi intención irme de viaje a conocer todo el mundo de una...prefiero hacer varios viajes y en cada uno de ellos explorar un trocito.
Volver a Chile después de un viaje, siempre fue para mí, un período de transición, algo así como la previa a un próximo viaje. Sólo que los viajes anteriores fueron de 3 meses, no de 2 años. Nunca viví fuera, menos en un país que tiene todo lo que siempre soñé para el mío. Y esa será una de las partes más duras de enfrentar. Estoy insoportablemente crítica, todo lo que funciona a medias en mi ciudad, me hace recordar lo maravillosamente bien que funcionaba todo por allá. Tengo que hacer un esfuerzo sobrenatural desde que nos fuimos de Vancouver, por no comparar, pero me es imposible. Pero en vez de achacarme, hago el trabajo de verlo con humor y con la conciencia de aceptar y darme cuenta de lo afortunada que soy por haber sido parte de esa hermosa realidad. Y también conciente de que en mi país, las cosas están bastante mejor que en otros países sudamericanos.
Sin duda alguna, la que se fue hace dos años no es la misma que volvió. En escencia, soy la misma, lo sé...pero es inevitable regresar sin una nueva mirada y percepción de las cosas.
Como dice el refrán de Nelson Mandela: "No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuánto has cambiado tú".
Por otra parte, siento que vivir en un lugar que no me atrae, me obliga a no estancarme, a no acostumbrarme y a mantenerme en movimiento. Y por el contrario, esa era la peligrosidad de quedarse a vivir en Vancouver, nos gustaba a tal nivel, que quedarse pegado para siempre, dejar de viajar y ponerse ambicio$o, trabajólico y caer sin casi darnos cuenta en la matrix, era crónica de una muerte anunciada.

Sólo un adicto/a a los viajes lograría empatizar con todo lo que me pasa. La mayoría no lo entiende, y no los juzgo...hay que vivirlo para saber lo que todo esto implica. Porque lo mío no es un escapar de la rutina, no es un mero deseo de salir de vacaciones. Lo mío ya es un estilo de vida, logré hacer de mi sueño una realidad, que va más allá de conocer paisajes bonitos o coleccionar timbres en el pasaporte, es más un conocerme a mí misma y coleccionar momentos inolvidables, conocer gente con otras costumbres, formas de vida y de pensar. Mi deseo es irme de este mundo habiendo experienciado vivencias enriquecedoras, únicas, increíbles e irrepetibles...y hasta ahora, ese deseo está más que cumplido.
Creo que la responsabilidad más grande que tenemos en este paso por la vida, es ser felices y hacer feliz a quienes amamos. A mí, viajar es sin duda lo que me hace más feliz, y por el contrario, la rutina y quedarme en un solo lugar demasiado tiempo, por muy increíble que sea ese lugar, es apagar esa llama que me mantiene prendida, con ganas de aprender, descubrir, desaprender y comprender el maravilloso mundo que nos rodea. Y la realidad, repito, es el mundo entero y sus subrealidades (las bonitas y las que no lo son tanto).

Y créanme, prefiero haber vivido todo esto, pese a todos los miedos e incertidumbres que conlleva nuestra vuelta, que haber dejado de hacerlo por seguir el camino tradicional o simplemente por miedos.
Nos animamos a dejar todo atrás, para tenerlo TODO por delante.





Después de todo, volver...no es más que un volver a empezar...y aunque eso parezca un retroceso, al menos para mí, eso de partir de cero es una nueva oportunidad, que sin dudas viene llena de sorpresas y nuevas experiencias gratificantes y enriquecedoras.


martes, 2 de septiembre de 2014

Road Trip costa oeste de USA

Estados Unidos es uno de esos países que nunca tuve dentro de mi lista. Jamás fue un pedazo del mundo que llamara demasiado mi atención. Quizás, porque es ese lugar del mundo que más vemos en las películas, y el cine inserta en tu mente demasiados prejuicios sobre un país.
Aparte de San Francisco, ciudad que siempre quise conocer, hay una parte de la costa oeste que comenzó a capturar mi interés mientras estuvimos instalados en Canadá. La zona de los cañones y esos paisajes surrealistas de Utah y Arizona.
Si al terminar nuestro año en Vancouver, partiríamos por tierra nuestro viaje, nada más lógico que comenzar por el país vecino. Así que partimos por Seattle, y de pasada hicimos la costa de Oregon hasta llegar a San Francisco. Todo eso en buses. Desde San Francisco volamos a Las Vegas, y desde ahí, arrendamos un auto para hacer un viaje por tierra de diez días por Secuoia National Park, Yosemite, y después nos alineamos con el este atravesando carreteras infinitas rumbo a los cañones.

En el Secuoia National Park se pueden admirar los árboles más grandes del mundo. Este tenía 12 metros de diámetro y más de 3.000 años.

La idea era dormir en el camino, y así lo hicimos. El concepto "motel" es muy diferente al que tenemos nosotros. Y son buenas opciones repartidas por el camino. Los precios oscilaban entre 35 y 70 dólares la noche, habitaciones con baño privado, bastante buena la relación precio/calidad. Pero poco conveniente si lo comparamos con el precio de un mochilero por Asia. Julio es temporada alta en USA, mal mes para ir, el calor es abrumador y resulta más agotador y algunos lugares están saturados de turistas. Sin embargo, para nosotros fue fácil encontrar pieza en el camino. Así que recomiendo no reservar previamente un hotel, si lo que quieres es libertad de improvisar tu camino al andar.
Viajar por tu cuenta, sin apuros, sin celular, sin fechas ni relojes y decidir qué ruta tomar en el camino, dormir, comer y detenerse dónde y cuándo TU quieres, es impagable!
Primero nos alejamos de ese infierno llamado las Vegas, como volviendo a California, pero por tierra. Como no contábamos con carpa, cocinilla y el básico equipamiento outdoor, hicimos por el día el parque nacional de las Secouyas gigantes y como los precios de las habitaciones estaban por las nubes pasamos la noche en el auto en Yosemite, vimos el amanecer, y paseamos junto a venados por el valle a la mañana siguiente. Salimos por la puerta del este del parque, por una  ruta llamada "Tioga Pass"-lugar que jamás olvidaré- En una de las paradas a sacar fotos en el camino, me subí arriba de una loma para tener una mejor perspectiva, y entre los matorrales escuché claro a una cascabel. Casi me hago pipí de la emoción/susto! Salí corriendo de ahí como una loca...

Yosemite National Park

Tioga Pass. Esta es la foto que estaba tomando cuando escuché la cascabel.

Tioga pass, ya afuera de Yosemite y hacia el este con todo.

Los paisajes de a poco comenzaron a mutar, dejamos el verde otra vez para comenzar a introducirnos en un infinito y árido terreno. El sueño por momentos hacía de las suyas, la noche anterior la habíamos pasado en el auto, y no estoy hablando de una combi precisamente. Ya llevábamos demasiados kilómentros recorridos y los párpados pesaban una tonelada, cuando de pronto vimos a lo lejos, un pequeño poblado que más bien parecía un espejismo. Un letrero en el camino nos saluda con un "Welcome to Rachel" y ahí nos fuimos a meter en busca de una pieza, ducha y comida! En Rachel viven 63 personas y hay UN motel, que más bien era un container largo con 4 habitaciones. Un solo "restaurant" que era parte del motel, atendido por la divertida Morgan.

Yo le pregunté a Morgan que se sentía vivir "in the middle of nowhere", a lo que ella respondió 
"I live in the middle of everywhere"...

Rachel está ubicado en medio de la "Carretera Extraterrestre", y la entrada al poblado parece una oda a los Aliens. Se ubica en el "área 51", donde se encuentra secretamente una base de la fuerza aérea de los Estados Unidos que supuestamente esconde información sobre encuentros con ovnis y extraterrestres. Bueno, independiente de nuestras propias creencias, ahí mismo pasamos la noche.
Al día siguiente seguimos las líneas del mapa que nos llevaron al alucinante Bryce Canyon. Un cañón muy diferente a los demás, con unos colores y miradores impresionantes para sacar panorámicas.
Es algo así como un bosque de cuchillos de piedra rojizas.

Bryce Canyon.

Después de pasar gran parte del día fotografiando este particular cañon, tomamos la ruta 12 y pasamos noche en Torrey, donde me apreté el dedo meñique con la puerta del auto y casi muero de dolor.
Al día siguiente con el corazón en el dedo, nos fuimos rumbo al Arches National Park.
El camino alucinante!! Fuimos atravesando paisajes como sacados de la guerra de las galaxias y pasados por filtro rojo. Nunca habíamos visto algo parecido. Avanzábamos lento porque era imposible no parar a cada rato a hacer fotos. Rocas gigantes, erosionadas por agua y viento, formas impresionantes en un escenario que te hace sentir minúscula. Una vez en el parque, esos arcos naturales eran el marco perfecto de una postal digna de admirar.


Arches National Park. Millones de años esculpieron estos arcos inmensos.

El calor superaba los 40 y era difícil caminar por ahí...pero con agua suficiente y la toalla mojada sobre nuestros hombros, pudimos sobrevivir. Esa noche, la pasamos en Mexican hat, dormimos casi nada porque el despertador lo programamos a las 3:30 am. Salimos a las 4 am en dirección sur y nos estacionamos a orillas de la carretera en el límite fronterizo entre el estado de Utah y Arizona. La noche estaba estrellada y la idea de madrugar tenía dos motivos: sacar fotos y ver el amanecer en el famoso Monument Valley.

Las estrelladas noches del desierto me hicieron recordar con nostalgia esa noche de lluvia de estrellas fugaces en el Sahara.

Con la luz del freno del auto logramos ese efecto rojo en el pavimento.


Un imperdible en la ruta de los cañones: Monument Valley al amanecer.

Amaneció y ese fue el día más largo de todos...A las 9:30 de la mañana, tras un par de horas manejando por rutas desérticas de esas que te matan de sueño, llegamos a Page en busca de la entrada del Antelope canyon. Algo así como el paraíso del fotógrafo, pero que la industria del turismo transforma en infierno. Ahí, descubrimos que la única forma de entrar era pagando un tour. La entrada y los mismos tours están manejados por indios navajos de la zona. Leí en internet que no se podía hacer por cuenta propia por 2 razones: la primera, porque era un lugar sagrado para los navajos. La segunda, porque era super peligroso andar por ahí sin guía. Una vez hecho el tour, descubrimos que ambas razones eran falsas. Si el lugar fuese sagrado, no lo llenarían de esa forma, y los guías tratarían con respeto a los que pagaron el tour barato. Y lo único peligroso me parece que sería entrar caminando hasta llegar al lugar mismo, sin suficiente agua por medio del desierto. En fin, una vez más, un lugar que se hace conocido con el tiempo y los locales sacan provecho de los turistas.


Las hermosas entradas de luz a mediodía en el Antelope Canyon.

Cuando nos fuimos de ahí, al menos consiguiendo mi objetivo (sacar fotos decentes y sin gente por detrás) nos fuimos a Horseshoe bend. Como el nombre lo indica, este maravilloso lugar, tiene forma de herradura de caballo. Y afortunadamente, no cobraban entrada, porque en USA te cobran hasta por respirar. Esta maravilla sí que nos pareció tremendamente peligrosa. Un paso en falso y caes al vacío! Y una caída en ese lugar es muerte segura.

Horseshoe bend. En Page, muy cerca del Antelope Canyon.

Esa noche, muertos, la pasamos cerca de Tuba City, para al día siguiente visitar el Gran Cañon.
Así fue como al despertar, manejamos hacia el south rim (puerta sur) y nos maravillamos frente al cañón más grande de Estados Unidos. No sé si fue el día medio nublado que frustró mis ganas de sacar buenas fotos o qué, pero aparte de lo inmenso que es, fue el cañón que menos me impresionó
de todos los que vimos.
Paseamos por diferentes miradores para apreciarlo y fotografiarlo desde distintas perspectivas, pero ni yo, ni mi camara estaban muy felices que digamos.

El más famoso de todos: El Gran cañón.

Ni la luz ni la visibilidad nos acompañaron ese día. Pero cuando nos fuimos de ahí, rumbo sur, tuvimos un espectáculo de la naturaleza. Se puso a llover, mejor dicho, el cielo se abrió y caían baldes de agua. Paramos a orillas del camino y de lejos vimos con claridad como los rayos y las descargas eléctricas iluminaban el cielo. Espectacular e imposible de fotografiar...será un instante que quedará en el recuerdo.

Horas más tarde, llegamos a Sedona, donde nos esperaba Peter, nuestro anfitrión de couchsurfing, que nos acogió como si fuésemos sus hijos.

Sedona a mis pies.

La Bella Sedona.

Pasamos 2 días hermosos en Sedona y después volvimos al oeste, precisamente al carísimo estado de California...donde devolvimos nuestro auto, para cambiarlo por otro, de otra compañía más económica. Eso del arriendo de auto da para otro post que pronto escribiré.
Con auto nuevo, decidimos arrancar de Los Angeles y nos fuimos a recorrer toda la costa californiana, donde descubrimos una joyita playera llamada Carmel, un balneario con mucho encanto, casas en medio de un bosque y una playa que nos dió la bienvenida con delfines.


 Las hermosas casas de Carmel.

La playa de Carmel.

El camino costero es muy bonito, fuimos manejando siempre al costado del mar...Pasamos Big Sur, la famosa y escondida playa con cascada de Julia Pfeiffer State Park, hicimos noche a orillas del camino dentro del auto debido a los precios imposibles de california y bueno, después de todo, no nos quedó otra que volver a la inmensidad hecha ciudad: Los Angeles, una locura repleta de autopistas que dan jaqueca, pero como la naturaleza humana es adaptarse, al cuarto día nos acostumbramos y aceptamos la locura como algo normal. Menos mal que L.A tiene playas, sino habría terminado odiándola.

Costa Californiana

Julia Pfeiffer State Park

Big Sur.


Venice Beach, Los Angeles.

Definitivamente, nos sentimos más cómodos y a gusto en medio de la naturaleza y pueblos, que en grandes urbes.
Días después, nos despedimos de Norteamérica y volvimos a Sudamérica después de 1 año 8 meses.
Próximo destino: Colombia...pero esa es otra historia.