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sábado, 12 de enero de 2013

SONRIA! Usted está en Camboya!!

Si hay algo que me encanta en la vida es reir. Me encanta reir y contagiar con mi risa de pajarraco a cualquier víctima que se cruce por mi camino. Amo a la gente alegre y positiva y a aquellos que me hacen reir de buena gana. Creo firmemente que la sonrisa es la fuente de luz más intensa, capaz de encender un rostro. Hasta la mirada y la energía de una persona cambia con una sonrisa sincera.
El día que pisé Camboya, me sentí en el paraíso! todos, sin excepción me decian "Jelooou!" con sus eternas y luminosas risas. Sus rasgados ojitos se tornaban más chinitos aún en ese gesto tan hermoso, en ese único gran idioma universal : )
Un país me enamora más allá de sus paisajes, yo me enamoro perdidamente de un país por su gente. La gente (para mi) lo hace todo, hace que mi experiencia sea positiva o hace que salga arrancando de ahí. No me gusta estar en un país con gente agresiva, no me gusta ver caras largas, no me gusta obsevar gestos poco solidarios.

Sería lindo poner en práctica todos los días, saludar y regalar una sonrisa a aquellos que se crucen por nuestro andar...Aunque uno pase por loca.

 Y en Camboya me enamoré sobre todo de sus niños: amorosos, respetuosos, solidarios y buenos amigos de sus amigos, sonrientes a más no poder y con unas ganas de practicar su impecable inglés que quedé sorprendida, además, de su educación.




Y no solo los niños. Acá te sonrien TODOS: los que manejan tuk tuk, las cajeras de los supermercados, los monjes, los vagabundos, la policía, las masajistas, los gatos, todos!!

Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la ofrece. Dura tan solo unos segundos, pero su recuerdo es imborrable.


Incluso masajeando mis sucios pies, ésta hermosa camboyana lo hacía feliz!

Antes de llegar a Asia, leí por ahí que Tailandia es el país de las sonrisas, y si bien los tailandeses son muy alegres y amables también (pero no todos), después de estar en Camboya (y de vuelta en Bangkok), veo Tailandia y su gente con otros ojos.
Echo de menos Camboya. Extraño sus precios ridículos, pero por sobre todo, extraño y extrañaré por siempre, a su gente y sus preciosas sonrisas!!
Si viene a Camboya y no entiende nada, no se impaciente y tan solo, SONRIA!!