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martes, 1 de marzo de 2016

Palabras a las viajeras en luto (y al mundo que hoy me duele!)


Hoy, el norte de mi brújula interna apuntaba desorientada el cielo. Con lágrimas en los ojos, mi alma itinerante lloró la pérdida de dos personitas que jamás tuve la suerte de conocer. Tengo mil sentimientos encontrados con esta tragedia que hoy desgarra la vida de familias y pone en una triste (y tal vez, necesaria) alerta a toda la comunidad viajera.
Y cuando digo sentimientos encontrados, me refiero a que no sólo cargo kilos de tristeza en mi mochila, sino además un sobrepeso de rabias y miedos sobre mis ligeras alas.

Pola Ilustración (página de Facebook) hizo este bello tributo a Marina y María José.

No sólo es horrible lo sucedido...es también asqueroso que familias en duelo tengan que lidiar con tanta especulación y la incertidumbre de no saber qué cresta pasó con sus hijas y hermanas. Es brutal que tengan que aguantar tantos comentarios estúpidos de personas que juzgan porque sí, haciendo preguntas fuera de lugar como "y donde estaban los padres de esas chicas?" o "cómo las dejan salir así, a la vida, a mochilear, solas?"
Y es ahí donde me pregunto yo por qué siempre es tan criticada y juzgada la gente que decidió salir de su zona de confort a simplemente, cumplir sus sueños y ser feliz...
Acaso preguntarían esas burradas si a las chicas les hubiese sucedido tragedia tal en su misma ciudad?
Acaso juzgarían a esas destruídas madres si en vez de que sus hijas estuvieran mochileando, hubiesen estado estudiando un post grado, o trabajando lejos de casa? "Quizás qué andaban haciendo las niñas esas... quizás eran unas locas buenas pa la fiesta" leí por ahí, pasando de la pena a la rabia en una milésima de segundo.
Acaso se justifica lo que les pasó, si hubiesen sido unas fiesteras a destajo? Qué se supone que debían "haber hecho" esos padres? amarrarlas a la pata de la cama? cortarles las alas?

Resulta que ahora, de la noche a la mañana, Ecuador es un país peligroso (?)
Cosas malas te pueden pasar en tu propia casa, a la vuelta de la esquina o al otro lado del mundo.

Que la muerte de Marina y María José no sea en vano y nos deje una lección:
Cuidémonos entre todos, hagamos buen uso de las redes sociales, ofreciendo alojamiento a los mochileros de bajo presupuesto, demos aviso a nuestros familiares de dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. Si vemos a un viajero/a en estado de ebriedad, preocupémonos que llegue a su habitación o carpa...no nos hagamos más los desentendidos si vemos a una persona que nos da mala espina...Y tratemos de andar en grupo por la noche, que es cuando somos más vulnerables a robos (o cosas peores)
Con lo dicho anteriormente, no digo ni doy a entender que a estas bellas ángeles con mochila, les pasó lo que les pasó por imprudentes e irresponsables...se especulan muchas cosas, y yo no soy NADIE para juzgar el actuar de otros. Sólo Dios sabe qué les sucedió...aunque después de este tipo de cosas, hasta la existencia de Dios se pone en duda.
No dejemos que esto nuble nuestra fe, y roguemos de corazón, que la verdad salga a la luz.

Viajeras: que lo sucedido no frene nuestras ganas de ir tras nuestros sueños, que esto nos ponga en alerta, no paranoicas...Conectémonos a nuestra intuición, esa voz interna que rara vez se equivoca. Dejemos los miedos en casa. Cuando los cargamos con nosotros, atraeremos inevitablemente situaciones y personas negativas...hagamos las paces con la bondad y la empatía, y estemos más atentos a quienes nos rodean.

Marina y María José: Esta semana les dedico mucho más que un minuto de silencio.
Pido por sus almas y por que vuelen libres y en paz, y que la tierra que soñaban descubrir, las abrace hasta la eternidad. Pido por sus desgarradas familias, y que el tiempo y la justicia les traiga un poquito de calma y certeza a sus corazones.

Que esta tragedia no empañe nuestros sueños ni manche el mapa de nuestros próximos pasos.
Que estos actos aberrantes no corten nuestras alas.
Que no paguen justos por pecadores...no dejemos pasar la oportunidad de conocer personas buenas de corazón, por temor y desconfianza.
Que esta lamentable noticia no me obligue a depender de los tiempos o ahorros de mi pareja, y me haga postergar un sueño porque él no me pudo acompañar.
Que estos diabólicos actos de gente enferma, no me haga alargar las faldas, ni caminar con miedo, incluso en mi barrio...
Que estas atrocidades no desvíen el tema a lo verdaderamente importante, ni se justifiquen estos actos inhumanos con frases tipo: "ella se lo buscó"; "algo habrán hecho"; "por andar vestida así terminó tentando al diablo"...
Que este hecho nos abra la mente para ver con claridad lo machistas que somos al enseñar a nuestras niñitas a ser bien señoritas, sumisas y codependientes, enseñando implícitamente a los chicos que ellos son el sexo fuerte.
Monjas, putas, libres o sumisas, perreando un reguetón o rezando, con una burka o una mini falda...no se justifica el abuso señores!! Ebria o sobria, viajando sola o con un harem de hombres...nadie tiene derecho sobre TU cuerpo y mucho menos que lo ultrajen, te roben la vida y con ella tus sueños!

Ilustración de la página de Facebook "A veces pasa".

Que el miedo no haga más pesadas esas anclas ni engorden esas excusas que nos impiden volar.

Por último no lo hagamos por nosotras...hagamoslo por ellas, y que así, desde el cielo, sigan cumpliendo su sueño de ver el mundo, a través de nuestros ojos.







viernes, 19 de febrero de 2016

Por "culpa" de los viajes



Si tuviera que resumir mi vida me atrevería a decir que existe una Pame antes y otra después de los viajes.
Los viajes han marcado en mí de tal forma, que hoy mi vida no sería la misma sin ellos...
Gracias a, o "por culpa de" los viajes, mi vida actual gira en torno a éstos.
Recuerdo la cantidad de veces que me dijeron cuando comencé este camino "nadie puede vivir de los viajes", y la verdad es que gracias a cada una de esas aventuras, que comenzaron hace 10 años en solitario, puedo decir hoy que Sí, si se puede vivir de los viajes.
Hoy mi vida laboral consiste en escribir de viajes para un gran medio llamado Faro.travel, que contactó conmigo gracias a este blog que estás leyendo ahora. Sin tener estudios de turismo, este blog y mi experiencia viajera fue mi currículum que me permitió entrar en una de las empresas pioneras de viajes de estudio en Chile: Latitud 90; consiguiendo así poder traviajar y ser enviada como guía de turismo a los destinos más top de Chile & Argentina, lugares alucinantes que eran carísimos de recorrer con mi escuálido presupuesto...Por culpa de los viajes y el conocimiento adquirido tras una década viajada a más de 40 países, he caído en In2travel, como agente y consultora de viajes freelance, y estoy con muchas ganas de trabajar en el extranjero como guía, fotógrafa, escritora, y lo que salga.

"traviajando" con mi bandera de Faro.travel

Vale decir que, por culpa de los viajes, logré hacer de mi pasión, mi profesión, y conseguí aquello que todos me advertían cuán imposible era. Por culpa de los viajes, mi mente se centró más en buscar oportunidades en vez de excusas, y en buscar aquello que la mayoría considera inalcanzable, porque en el camino tradicional ya había demasiada competencia...
Por culpa de los viajes, descubrí a través de la distancia quiénes son mis verdaderas amigas, esas pocas que están a pesar de la lejanía.

En las cascadas de Ouzud, Africa...con esas amistades que pese a la distancia, perduran.

 Por culpa de los viajes, comprobé que otras no tan amigas pasaron del amor al odio viendo que una cumplió el sueño que ellas no se atrevieron por mil razones (y excusas) reconociendo como una gran verdad lo que una sabia amiga viajera me dijo un día:
"si quieres saber quiénes son tus verdaderos amigos, ten una vida extraordinaria", y es cierto...sólo las de verdad se alegrarán por ti sin resentimientos ni envidias de por medio.
Por culpa de los viajes, conocí al amor de mi vida...No! no lo conocí viajando...lo conocí gracias al yoga, disciplina a la cual llegué por viajera inexperta viajando con una mochila de más de 15 kilos, lesionándome la espalda...



Y él hoy puede asegurar, que por culpa de mi adicción viajera, el bichito lo contagió de cierto modo...llevándonos a dejar TODO, aventurándonos a una vueltita por el mundo de dos años, que nos llevó a vivir y trabajar afuera, cambiando por completo nuestra filosofía y forma de vida.
Por culpa de los viajes, mi intuición creció y con ella mi capacidad de confiar en los demás, siendo cada día más asertiva y clara a la hora de tomar decisiones.
Por culpa de los viajes me enamoré también de la fotografía y de la escritura, talentos que seguirían durmiendo dentro de mí si me hubiese quedado en casa.


Por culpa de este estilo de vida, conocí gente hermosa en cada rincón del planeta. Gente que devolvió mi fe en la humanidad y me enseñó otras formas de ver la vida.



 Gente increíble que me sacó la venda de los ojos y me hizo ver que somos iguales y buscamos ser felices y hacer felices a quienes amamos, pese a tener religiones, culturas y razas diferentes...personas de un corazón gigante que han hecho poner en duda lo que veo y leo en los medios, que no hacen más que meternos miedos y prejuicios sobre ciertas culturas...

"Cuidado con los Indios", me advirtieron quienes jamás fueron a India.

Se ven caras, no corazones...

Por culpa de los viajes, partí este camino un tanto perdida para escapar de una rutina...y hoy sólo viajo para encontrar respuestas, y esa búsqueda sólo a permitido encontrarme a mí misma.
Por culpa de los viajes, encontré el camino que me ha permitido desarrollarme como persona, y así poder ser la protagonista de MI vida, haciendo lo que amo por opción y no por imposición...
Este camino nómada es el que me permitió salir a descubrir un gran abanico de posibilidades, que no tenía idea que existían cuando vivía en este rinconcito apartado al fin del mundo.
Por culpa de los viajes, descubrí que viajar no es más caro que vivir en un lugar fijo, y por culpa de la belleza de este mundo que pretendo conocer entero, aprendí idiomas, me desilusioné, dormí una vez en la calle y en el suelo de frías estaciones y pasé hambre con tal de estar ahí... y comprendí que un estómago hambriento, una billetera vacía y un corazón roto enseñan las mejores lecciones de la vida. Y en los momentos más difíciles, siempre apareció un angelito desinteresado dándome una mano.
Por culpa de los viajes, con mi compañero de vida salimos de un sistema que nos parece incompatible con tener tiempo para lo que nos apasiona.




Un sistema que nos hizo despojarnos de la televisión y de tantas cosas materiales que no son más que anclas que te atan cuando lo que quieres es volar!!
Por culpa de los viajes, sigo buscando mi lugar en el mundo...un lugar que nos permita desarrollarnos como individuos, crecer como pareja y formar una familia en un marco armónico, alejado de las voces externas que critican, y con una calidad de vida insuperable.
Por culpa de los viajes me quedé sin auto, sin trabajo estable y me he perdido acontecimientos importantes de seres queridos...pero después de lo vivido y mirando en perspectiva, absolutamente todo a valido la pena.
Por culpa de los viajes, siento que no encajo en el lugar donde nací, y a la vez siento que pertenezco a todas partes, ya que un pedacito de mi corazón se ha quedado en cada rincón que he pisado...
Por culpa de los viajes, un día me atreví a dejar todo, y a la distancia me dí cuenta que, al final, no dejé todo...sino que fui por TODO.

lunes, 1 de febrero de 2016

La importancia de viajar



Este año cumplo una década cargando mis sueños en una mochila, muchos en solitario y, el más largo de todos, con mi compañero de vida. Diez años de viajes que me han hecho transitar por más de 40 países, vivir en uno de ellos, ampliar mi mente y forma de ver la vida, conocer facetas de mí que jamás imaginé tener, aprender otro idioma, enamorarme de la fotografía, crear este blog de viajes, crecer en todo sentido y descubrir la importancia de los viajes en mi vida.

Viajo para conocer otras formas de ver la vida.


Hace unos días pensaba en lo mucho que me dicen “no hay para qué salir pa’ fuera, si en tu país lo tienes todo”, y estamos de acuerdo con que Chile es hermoso y que tiene una diversidad paisajística impresionante, pero lo que intento explicarle a la gente es que yo no viajo sólo en busca de paisajes lindos, sino que lo hago en busca de otras culturas y formas de ver la vida que, ojalá, sean realidades opuestas a la mía; viajo en busca de nuevos sabores, colores y olores; conocerme a mí misma en escenarios y contextos que escapan del habitual. Ver lo que ya me es familiar, y que nada implique un desafío no me aporta nada nuevo. Viajar no es lo mismo que irse de vacaciones, no es ir en busca de lo cómodo y fácil; viajar es salir de tu zona de confort, y es justamente ahí donde sucede la magia.

Viajar es una escuela y cada vez más personas acuden a ella.

Con mi compañero conversábamos el otro día sobre la importancia de viajar, de sumergirte en otras culturas y, ojalá, vivir afuera un añito, como mínimo. Esa experiencia mutó nuestra filosofía y mirada frente a ciertas cosas como el trabajo, la relación con la plata y las cosas materiales, la simpleza, la amistad, los futuros hijos y el tipo de crianza que queremos para ellos, etcétera.

Viviendo en Canadá, gracias a la visa Working Holiday, conocimos a un buen número de chilenos en la misma: probando suerte, sin muchos planes más que sobrevivir y descubriendo que se puede vivir bien. Te das cuenta de que quien en tu país es un "cuico", allá es guardia de seguridad, recoge frutas en un campo o es maestro de la construcción, y lo hace feliz porque es un trabajo bien considerado y remunerado como cualquier otro. En ese país desarrollado ha hecho amigos de todas las razas y clases sociales, y no tiene empleada doméstica porque por esos lares es un lujo tenerlas; y, tras un tiempito, te das cuenta de que los millonarios se mueven en un transporte público que funciona de maravillas. Y, al ver que existen ciudades con sentido de comunidad, con gente amable que confía y ayuda a otros, cambia inevitablemente nuestra visión sobre la humanidad y el mundo que nos rodea.

Es así como muchos se quedan para siempre y otros vuelven a sus tierras aplicando lo aprendido, y generando un impacto positivo en su comunidad y en su propia vida.

Como dice mi amigo Carlitos, “los viajeros le hacemos bien a este mundo”, frase que abrió una conversa de horas sobre los viajes y cómo estos cambian esos paradigmas y prejuicios que llevamos anclados desde chicos en nuestro disco (re)duro.

Creemos necesario ver otras formas de ganarse la vida, trabajar en lugares donde no importa el pituto, tu clase social ni de dónde egresaste, donde la jornada laboral es más corta y productiva; ver cómo funcionan otras sociedades y ser parte de ese funcionamiento que es más eficiente, inclusivo y empático. Todo eso, sin duda, cambia el lente con el que vemos la “realidad” y, por supuesto, pones en perspectiva – y en duda – eso que antes considerabas normal.

Vivir lejos de casa implica varios sacrificios, desapegos, renuncias y perderse momentos importantes de la vida de quienes más quieres; es un desafío día a día, es un extrañar que se vuelve crónico… Pero te juro que todo, absolutamente todo, vale la pena.

Fue una etapa que me hizo entender que mi país, culturalmente hablando, tiene sus cosas que mejorar, y está bien que sea así, para tener la tarea de evolucionar, entendiendo ese proceso de cambio como algo que primero debe nacer de uno.



Viajar y vivir fuera me ha hecho conocerme y superarme profundamente. Aprendí y descubrí muchas cosas de mí y del mundo alucinante en el que vivo, y, de haberme quedado en casa, eso no hubiese ocurrido. Desde la rutina pensaba que todo estaba bien así, pero las cosas siempre pueden estar mucho mejor; sólo hay que atreverse a dar ese primer paso que te saca del piloto automático. Excusas para no hacerlo hay miles, ¡pero el mundo es de quienes se atreven!

Salir de nuestro metro cuadrado es tan enriquecedor que no lo sabes hasta que lo vives, vuelves y pasa ese tiempo necesario para asimilar todo lo vivido. Sientes que creciste fuera del rompecabezas y que ahora, de vuelta, tu pieza ya no encaja.

Definitivamente, para descubrir cómo se nada en el mar, hay que salir de la pecera.


Este artículo fue escrito para Faro.travel, la primera comunidad de viajeros chilenos que sufren de esta maravillosa adicción, que sólo se cura viajando más y más.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

El lado onírico de los viajes


"Vive tus sueños, si no quieres terminar soñando tu vida"

Haciendo el loco en el Salar de Uyuni, Bolivia.

Los sueños y los viajes siempre han sido amigos. Les encanta jugar a la fantasía / realidad como dos hermanos que juegan a las escondidas. Se llevan de maravillas como el verano y la cerveza fría, o como el otoño y el chocolate caliente.
Los viajeros somos por esencia soñadores sin remedio, pero a diferencia del resto, soñamos despiertos, no sólo de noche...o al menos yo, siempre ando por las nubes trazando lineas imaginarias en mi mapa interno insaciable.
Pero una cosa es soñar despierto el viaje de nuestras vidas, y otra, es experimentar el lado onírico de la vida al viajar...
Quizás nos hacemos adictos a los viajes, por el placer que provoca explorar mundos nuevos, desconocidos, que no comprendemos. Como los adictos a la heroína, que se pegan sus placenteros viajes oníricos, sólo que viajar es una adicción que no te destruye, sino que te enriquece.
De noche se sueñan sueños muy locos, y sus interpretaciones son muy curiosas. Lo extraño es que recuerdas lo que soñaste al despertar, pero al rato ya se te olvida...por eso, hay que escribirlos apenas despiertas...



En cambio cuando viajamos, experimentamos situaciones surrealistas que nos quedan en el disco duro de recuerdos para siempre:
Como cuando me encontraba en China, sin hablar mandarín y rodeada de chinos que no sabían decir ni hola en inglés, perdida, a punto de hacerme pipí y preguntando por el baño en una estación de tren. Nadie me entendía (dije: toilette, bathroom, washroom con cara de "estoy que me hago"...y nadie me entendíaaa!), hasta que hice la mímica como que me bajaba los pantalones y flecté mis piernas al mismo tiempo que hacía "pppssshhhhh" (la banda sonora a mi pipí) los chinos casi murieron de risa y un grupo como de 8 me llevaron al baño. Surrealista!!
O como aquella vez en un bus en Myanmar con un monje que iba haciendo como que hablaba por celular, pero era su billetera la que tenía abierta junto a su oreja...ni en mis mejores sueños!!
O esa ocasión que invité a tomar un helado a un marroquí que quería llevarse mi cámara.
O esa noche en el Sahara, donde tuve la suerte de apreciar una lluvia de estrellas fugaces.
O en Varanasi, India, donde se me ocurrió sacar mi cámara para fotografiar de lejos un gath de cremación y llegó un grupo de indios que me echaron gritándome: "bad woman, youuuu bad karma for us"...

La foto que me metió en un problema por desinformada...al final, somos nosotros los extraños.
Y todo esta escena en un infierno que ardía a 49 grados!!! Ni en mi peor pesadilla.


También se viene a mi mente, aquella tarde en Vietnam, donde fuimos atacados por un grupo de monos, que acabaron sacándonos de su isla (Monkey Island, eran los dueños de casa, nada que hacer)
Y cómo olvidar la vez que me hice la gitana ruda para safar de un cuarteto de viejos que me hizo una encerrona en Nápoles...

Vivimos muchas experiencias surrealistas cuando viajamos, así como soñamos cosas tan reales que despertamos muchas veces confundidos y asustados.

Udaipur, India. Mi lugar favorito de Rajastán.

Y no sólo las experiencias vividas son como sacadas de un mal o alucinante sueño...sino también los lugares.
He tenido la fortuna de apreciar en mi corta vida viajera, mágicos lugares de gran carga onírica, como Brujas y Praga; Bagan en Myanmar; el estado de Rajastán en India; Halong Bay y el desierto del Sahara al amanecer; el parque Güell de Gaudí en Barcelona; Venecia; la plaza Djema el Fna de Marrakech; las terrazas panorámicas de Santorini al atardecer; el altiplano boliviano; ese lugar como comido por las raíces en Angkor Wat, Camboya; las pirámides de Chichen Itzá en un día de truenos; el mundo submarino en el paraíso tailandés; los paisajes del sur de China; etc.

Praga...sin palabras!!

Halong Bay, Vietnam.

Soñar y viajar, nos transporta a otros mundos, y cambiar de escenario nos conecta y nos hace más conscientes de que lo impredecible y diferente hace interesante y entretenido el camino, y por eso, hay que saber interpretar las señales (éstas pueden ser personas, o situaciones desagradables como perder un vuelo)

Sólo después de que viajamos, y observamos formas de vida diferentes o opuestas a la nuestra, nos damos cuenta de lo relativa y subjetiva que es esa línea que divide lo normal / con lo extraño...

Ta Prohm, Angkor Wat, Camboya, es un lugar que te hace sentir parte de una película de Tim Burton.

Myanmar, uno de los países con más carga onírica que he conocido. Puente de Amarapura, a las afueras de Mandalay.

Viajando, solemos hacer cosas inexplicables. No hay nadie que nos juzgue, no importa el "qué dirán" o si hago el ridículo. Como no conoces a nadie, puedes hasta fantasear otra realidad, como aquella vez en Turquía, que estaba cansada ya de tanto turco intentado venderme lo invendible, y como hablan todos los idiomas imaginables con tal de vender, me hice la ciudadana de un país extraño y me puse a hablar en un dialecto inventado por mí...el problema es que llamé más la atención y después me seguían gritándo "where are you frooom?".

Bagan, Myanmar.

Creo que al viajar, nos sentimos tan libres, que a veces nace una extraña sensación de sentirnos otra persona, una que actúa muy distinto a aquella que se quedó en casa...totalmente dispuesta a emprender un viaje, que tiene más de imaginario, que de realidad.

La relatividad del tiempo es otro factor que en los sueños y en los viajes toma otro pulso. Podemos soñar 15 minutos con una vida entera, y de viaje, una semana de vivencias se sienten como un mes!

En Pushkar tuve una conversa digna de un sueño con este gurúji.

Jodhpur, la ciudad azul de Rajastán en India.

En los sueños y en los viajes, todo es impredecible, cualquier cosa puede pasar, no hay certeza de nada...
Lo único que sé, es que si podemos soñarlo, podemos hacerlo realidad!!

;)

domingo, 9 de agosto de 2015

Los peligros de viajar


No sé si a ustedes les ha pasado, o es que yo después de un par de meses sin viajar me estoy volviendo loca/tripolar...pero después de un largo viaje, surgen en mí varias interrogantes sin respuesta, ligadas a la rutina, a esa vida que tenía antes de viajar, y la que tengo ahora.
Si están leyendo esto en busca de qué cosas podrían ponerlos en riesgo en sus próximos viajes, les aconsejo que mejor prendan la tv, que les mostrará el lado oscuro de este mundo.
Desde que nacimos, venimos escuchando frases que nos hacen desconfiar del resto como el clásico "no hables con extraños"...
Se imaginan viajar (sobre todo cuando lo hacemos en solitario) sin hablar con desconocidos? Sin cruzar palabra con locales o otros viajeros con los que compartes hostal? Mmmm...No. No me lo imagino.

Hoy, quise compartir con ustedes los reales peligros que implica probar un trocito de libertad:

Enamorarte: Y no me refiero solamente a engancharte de una persona. Al menos yo, no he conocido a mi media naranja viajando, y no digo que no sea posible...Pero sí correrás el riesgo de enamorarte de una vida nómada y de esa anhelada libertad. 
Cuando viajas por largo tiempo, inevitablemente te enamoras de una cultura, de un país, de otras filosofías, de la simpleza, y ante esto, es imposible no cuestionar tu vida, tus costumbres y forma de pensar. Lo que antes parecía normal, ya no lo es tanto...



Enemistarte con la rutina y el sistema: Una cosa es viajar de vacaciones dos semanas al año, donde escapas de la rutina y descansas del trabajo. Nadie dice que eso esté mal, es más, es la forma tradicional que la mayoría tiene de hacer un paréntesis en sus vidas. Después de esa acotada pausa, se dice que uno vuelve a la realidad o la que nos han hecho creer que es normal...Pero cuando dejas todo, y te vas por largo tiempo, la cosa cambia, y ahora el viaje es mucho más que un simple descanso o días de ocio, todo es diferente. Conoces de verdad la vida real,  ya que te conectas con otras culturas, observas diferentes formas de ganarse la vida, descubres otras maneras de ver la felicidad, la maternidad, la religión, y te cuestionas hasta la profesión que elegiste. Es así como descubres que no hay perspectiva sin distancia. Y sí, sacarte la venda de los ojos puede resultar muy peligroso (y duro muchas veces), porque ésto definirá el cómo quieres seguir viviendo tu vida, en vez del cómo "debes" vivirla. 


Ahora, seamos realistas. Al volver de un largo viaje, ya no te espera tu trabajo de antes y tienes que partir de cero otra vez. De vuelta a esa rutina que no te gusta, debes hacer el trabajo de aceptarla, intentar volver a llevarte bien con ella, y entender que si no trabajas no hay un próximo viaje. 
Ahí es donde entra en juego la creatividad, y te las ingenias como sea para volver a generar ingresos sin tener que meterte en el sistema, y así evitar caer en la trampa otra vez.

La "realidad" puede ser una gran mentira (o una triste realidad): Esto pasa sobre todo cuando has vivido afuera, en un lugar con mejores oportunidades, mejores sueldos y calidad de vida. Es extraño volver, porque la gente te dice "bienvenido a la realidad" y una piensa "ésta será tu realidad, pero no tiene nada que ver con la mía "...el resto pensará que se te subieron los humos, que te creíste el cuento cosmopolita y que tu vida allá fuera, nunca fue parte de la realidad. Que vivías en una burbuja y que ya es hora de poner los pies en la tierra. Está la triste concepción de que la vida real es dura, sacrificada, que lo normal es trabajar en algo que no te llene y que la norma es vivir para trabajar, adquirir ciertas cosas que te den status, ser dependiente de un sueldo precario que con suerte te alcanza para vivir y hay que sacrificar tu vida en pro de otros y una hipoteca. O bien, ganas más que suficiente, pero a costa de no tener tiempo para disfrutar los frutos de tu esfuerzo...

La vida, en Lombok, una islita de Indonesia.

...Cuando conoces realidades opuestas a esas, cuestionas lo que te inculcaron desde chica, y ahora, salirte del sistema te hace más sentido que nunca.

Desapego: Sí, lo sé. Suena fuerte esa palabra: Desapego. Tiene una connotación power! Se asocia inmediatamente a egoísmo. Un día leí una frase de Walter Riso que no me fue indiferente:"Cuantos más apegos dejes caer por el camino, más cerca estarás de encontrarte a ti mismo". 
El apego es un estado emocional de vinculación, en algunos casos compulsiva, a una cosa, persona o pensamiento determinado, que genera en ocasiones la creencia persistente de que sin eso no se puede vivir o ser feliz.
En mi caso no existe el apego hacia lo material. Vendí mi único "bien", mi auto, sin pensar con tal de irme a dar una vuelta por el mundo de dos años, y créanme, lo volvería a hacer. De vuelta, no he sentido la necesidad de tener auto de nuevo, y no me interesa ni la ropa, ni soy de carteras y zapatos. Pero si hay algo que me duele dejar es a Benito, ese rubio/colorín que me ronronea cada mañana, el que endulza la amarga rutina. Sabe cuando me voy a ir, y asumo que huele mi día de vuelta.

Benito 

Y hoy día, algo que me pesa soltar y dejar de ver por años, es a mis sobrinos. Soy madrina de uno de ellos y la pura idea de querer emigrar, me pesa. Ya no solo eres una hija horrible por abandonar a tus padres que están envejeciendo, sino la tía/madrina del año por no estar presente en el crecimiento de tu sobrino/ahijado.
Con las amigas ha sido fácil, o me autoimpuse que lo fuera. Nos acostumbramos a estar separadas y gracias a la tecnología nos hemos mantenido en constante comunicación. Incluso, estando lejos hablo más con ellas, que cuando estamos en la misma ciudad y las agendas están siempre cruzadas.
Creo que uno viaje o no, debe aplicar desapego ante todo (trabajo, familia, mascotas, cosas materiales) y así poder transitar por este viaje de la vida, mucho más ligeros.

La irremediable adicción: Basta hacer un primer gran viaje, y listo. Estás contagiado. El bichito viajero se te metió hasta en las articulaciones, eres adicto y tu único remedio es seguir viajando. Sí señores, esto de viajar es tan increíble, sobre todo cuando vives la experiencia en solitario, que no quieres parar. Al menos yo, quiero conocer tantísimos lugares, que sé que me faltarán vidas para hacer todo lo que quiero, y estar en casa me desespera justamente por lo mismo...porque siento que estoy perdiéndome de muchas cosas. Hay un universo repleto de micromundos diferentes, interesantes, sabrosos, coloridos, húmedos, tranquilos, hostiles, que muero por exploraaaar!!
(necesito ayuda en serio, quien conozca un psicólogo que trate este tipo de adicciones, me avisa!)

"Qué difícil es para un alma que despierta, encontrarse con una corriente que va en el sentido opuesto"

No querer volver: A quién no le ha pasado? Sentir esas enormes ganas de quedarse, y de no volver. 
Creo que por algo no tenemos raíces, y que el lugar donde nací no tiene porqué ser el lugar donde pase el resto de mis días...El mundo es un lugar demasiado alucinante como para quedarme en un rincón toda la vida. Volver a casa es la parte más difícil de un viaje; has crecido fuera del rompecabezas y ahora sientes que tu pieza ya no encaja.
No querer volver está muy ligado al primer punto mencionado (enamorarse).
Yo me enamoré perdidamente de un tal Vancouver, y ahora, Santiago, es un desconocido al que no entiendo, pero al que trato de querer (aunque me cueste)

Un día me enamoré...de Vancouver!!

Confiar: Después de viajar, confiar es uno de mis verbos favoritos. Implica tantas cosas, y viajando no queda otra. Desde el momento que te subes a un avión y dejas tu vida en manos del piloto, hasta que estás en destino y te alojas en casa de un desconocido de couchsurfing.
Confiar en que el tipo de la casa de cambio no te está estafando, confiar en que lo que te dijeron es cierto y que ese chofer kamikaze no se va a caer por el barranco.


Cuando viajamos estamos más alerta, más concientes, más despiertos...y esto nos hace más intuitivos. Hay que hacerle caso a la intuición, esa voz interna que rara vez se equivoca
Y si algo sale mal, debemos confiar que todo estará bien y que el camino siempre te pondrá en frente un ángel que te dé una mano.
Y uno de los aprendizajes más valiosos que te dará un viaje, será el haber aprendido a confiar en ti.

Tener mucho tiempo para pensar: Me llama la atención que desde que somos chicos, los grandes se aterran ante la idea de que estés aburrido. Niño aburrido es igual a niño que va a molestar, y vamos tapando ese espacio con pantallitas, donde podría desarrollarse la creatividad, el juego, la exploración. Cuando creces, no es aceptable estar aburrido, ahora es sinónimo de no tener nada qué hacer, tener tiempo libre, osea, eres un vago.
Muchas personas me han preguntado después de un viaje largo y sola: "no te aburres?" "y qué haces con tanto tiempo libre? yo no podría!".
Eso demuestra cómo nos acostumbramos a vivir la vida: apurados y sin espacios para la reflexión.
Viajando, ese espacio que invita al autoconocimiento se amplia de tal manera, que conoces facetas de tí que jamás imaginaste que tendrías. Cuando estás lejos de casa, en otro escenario, te obligas a hacer cosas nuevas, conocer gente nueva, probar sabores nuevos...en otras palabras, te culturizas, amplías tus conocimientos, y se abre tu mente a nuevas ideologías, y al conocer otras realidades, inevitablemente, comparas. Es por esto que al sistema no le conviene que pensemos mucho, ni que viajemos tanto, ni que seamos cultos. 
Al sistema le conviene que vivamos en piloto automático, que no cuestionemos mucho las cosas, y que de tanto trabajar, no tengamos el tiempo, ni nos dé la energía para pensar.
Viajar te hace ver tu vida desde otra perspectiva, te hace repensar si vas en la dirección correcta, y te hace cuestionar todo. Viajando, tendrás todo el tiempo del mundo para pensar y reflexionar, y te aseguro, que se revelarán grandes verdades.

La vida, mental y espiritualmente hablando, es por necesidad insegura e incierta. Hay certeza sólo acerca del hecho de que hemos nacido y de que moriremos.


Ser tú misma y no conformarse: El "es lo que hay" ya no me hace ni un sentido. Después de viajar y de ver que no hay UNA SOLA respuesta a cada cosa, sino mil variantes distintas, ya no aceptarás que nadie te diga cómo vivir tu vida. Moverse por el mundo (insisto: SOLA sobre todo) te da una seguridad en ti misma que no te la dará otra cosa. Nunca te sentirás más tú misma como cuando viajas, cuando estás lejos, cuando no conoces a nadie y eres dueña de tus desiciones sin ser influenciada por el entorno.
Ahora te sientes más autónomo y emprendedor capaz de crear tu propia realidad.
O acaso te vas a conformar con menos, por temor a encontrar allá afuera algo mejor?

Atrévete a dejar lo bueno, para ir tras lo grandioso...

Otra forma de entender el mundo: somos nosotros mismos con nuestras acciones los que construimos la celda que después nos aprisiona.
Nadie nos obliga a comprar cosas que no necesitamos, ni a endeudarnos, ni a aceptar un trabajo que nos hace infelices. Son decisiones que tomamos voluntariamente porque simplemente no conocemos otras alternativas, y porque hemos sido influenciados por la tv, los amigos, la familia...
Que no te vendan la vida en un paquete cargado de sufrimientos. La vida es una aventura maravillosa repleta de oportunidades, y TU felicidad es lo más importante. Que ni si quiera yo venga a venderte que la felicidad es viajar por el mundo, ni que otros te hagan creer que la felicidad es tener hijos, una gran casa y un auto del año.
Recuerda que el tiempo es el recurso más escaso y de más valor. Inviértelo en algo que te haga feliz. El trabajo ocupa gran parte del día y de nuestra vida...si regalas tu tiempo a un jefe y un trabajo que no toleras, estás perdiendo un trozo importante de tu vida, que ya nunca más podrás recuperar.


Si quieres saber cuán peligroso es viajar, pues sale y descúbrelo tú mismo. Para saber cómo se nada en el mar, hay que salir de la pecera. La vida de por sí es peligrosa y estamos expuestos a sufrir...en un viaje pasa lo mismo, pero te aseguro que absolutamente todo, -lo bueno y lo malo-, habrá valido la pena.

martes, 30 de septiembre de 2014

Volver...


Llevo dos meses queriendo vomitar este post. Algo me pasa que es un poco dificil de entender, y más aún, difícil de explicar.
Mi compañero tomó durante el viaje por USA la dura desición de tener que comunicarme que "el viaje llega hasta Colombia". Fue muy difícil para él tener que decírmelo. Sus motivos son personales y relacionados al trabajo, razones de peso que a mí me tocó comprender y apoyar con empatía.
Y aunque estemos casados, él no corta mis alas y hasta me dió la libertad de continuar viaje sola, cosa que ni si quiera medité, porque el viaje era de los dos. Yo planifiqué, visualicé y soñé cada uno de esos rincones junto a él. Me encanta viajar sola y seguro volveré a hacerlo algún día, pero esta travesía era de ambos, y terminarlo sola hubiese sido más bien un capricho. Salimos juntos y volveremos más unidos que ese 4 de dic. del 2012.


Días antes de partir...y uno de los días más felices de nuestras vidas.

...Pero algún día había que volver.

Ahora, tampoco les voy a negar lo duro que implica para mi renunciar a un sueño.
Generalmente soy ese tipo de personas que se entusiasma con un tema y con la misma pasión, pierdo interés al poco tiempo...Excepto con los proyectos laborales relacionados a mi carrera como actriz, y sobre todo en el plano viajes. Cuando un destino se me pone entre ceja y ceja, no descanso hasta estar ahí. Y este volver, es de alguna manera, mi primer "fracaso" como viajera. Le "fallé" a Ecuador, Perú y Bolivia...pero esos 3 latinos que también están esperando conocerme, se quedarán ahí, esperando...no se moverán de ahí. Somos vecinos, no son para nada caros, y nos conoceremos en el momento que tenga que suceder.
De principio el plan era volver a casa por tierra. Entrar a Chile por el norte, desde el altiplano boliviano.
Pero volvimos en un avión, desde Bogotá, Colombia.
Veo el mapa, y cuando veo todo lo que me salté, me dan ganas de llorar.
Para que entiendan un poco más lo que siento por haber vuelto antes, voy a poner de ejemplo esto que viví en el techo del mundo:
Cuando estábamos en Nepal haciendo nuestro trekking por los Himalayas, el último día, estaba con las piernas apenas, me dolía una rodilla y mi andar me recordaba paso a paso que tengo un juanete que a veces frena mi andar. Me prometí terminar el recorrido y llegar (como fuera) a la meta. Cuando faltaban 3 horas de caminata, habían unos jeeps que ofrecían caer en la tentación de volver en 30 minutos. Pero dije NO!
Haber tomado ese jeep, me haría sentir que no lo logré. Después de todo lo que había caminado en 4 días, no podía fallar en ese tramo final.
Hoy, el volver a casa se siente un poco así. Como si ese avión fuera ese jeep que te acerca rapidito al destino final.
La idea era llegar a casa por tierra, de a poco, lentamente, atravesando países que hace tiempo tengo postergados...y que una vez más, porque el destino así lo quiso, seguiré postergando (pero no por mucho tiempo)

Bienvenido a la "realidad" (?)
Como si todo lo vivido estos casi 2 años fuese parte de un mundo de fantasía. Ya se me hace inconcebible y hasta ridículo que alguien hable de “realidad” si vive inmerso en una sola, habiendo tantos universos en este diverso mundo!! La realidad es el mundo entero señores!! No se si exista algo más real que conocer y aprender de otras culturas y realidades diferentes a la tuya. Es más, considero más burbuja quedarse para siempre en un solo lugar, encontrando "normal" y socialmente aceptado únicamente lo conocido que te rodea, o escapar de tu rutina dos semanas al año para ir a una maqueta llamada resort que no representa en absoluto la realidad del lugar.
Viajar es una buena forma de sacarte de tu zona de confort y abrir tus ojos y mente, y esto te permite descubrir la suerte que te tocó a ti, cuando observas realidades de países pobres, que han sufrido genocidios, que viven en condiciones precarias de salud y educación, niños que trabajan a una edad en la que deberían estar jugando y gente de tercera edad que sigue trabajando cuando debería estar descansando y disfrutando su jubilación y últimos años de vida... y pese a todo eso, se ven felices!!
Qué significa entonces "bienvenido a la realidad"?
Creo que la visión de la realidad es super deprimente...te pasa algo malo y escuchas "bueno, así es la vida". Todos los días se oyen frases tontas como "el que te quiere te aporrea" o "ella con su vida perfecta lejana a la realidad, tiene que aterrizar".
Tanto el afortunado de vida "perfecta" o el que no tuvo tanta suerte, tiene sus propias realidades. No es más real la vida de quien lo pasa mal, ni menos real la de quien le ha tocado más fácil. Y es así como existen miles de otras sub realidades que uno puede observar cuando ve/vive distintas culturas (sobre todo aquellas que son opuestas a la de uno)
Incluso cuando cuento cómo son las cosas en Canadá, la gente nos responde "osea, casi un mundo de fantasía" y sí, reconozco que hasta yo he llamado a Vancouver como "neverland", porque cuesta creer que un país sea tan civilizado y funcione como reloj suizo. Pero eso no significa que India, por ejemplo, sea "the real life" y Canadá sea "Alicia en el país de las maravillas"...solo son 2 realidades y mundos diferentes...opuestos, pero diferentes.
"Bienvenida a la realidad"...jamás será una frase dicha por viajeros, esos locos patiperros ya han tenido fuertes dosis de realidad, por eso a estas alturas hasta me parece normal que esa frase sea dicha por los asiduos al "all inclusive", ya que una vez fuera de ahí y de vuelta a casa, ellos sí que tienen que volver a su dura realidad, que por lo demás, no tiene nada que ver con la mía.




Miedos, ansiedad e ilusión...
Temo que el volver signifique que mi cámara se guarde por un buen rato en el clóset. Este último tiempo se ha convertido en mi amiga inseparable. Creo que a ella tambien le dará una "depresión post party" y sentirá unas ganas inaguantables de volver a ver la luz y los colores de los diversos paisajes a los que fue "sometida" este último tiempo.
También me asusta no tener fuentes de inspiración para seguir escribiendo en el blog de lo vivido. Aún tengo material pendiente de Asia, Canadá y del viaje presente. Pero escribir desde un lugar que no es el mío, es lo que mantiene mi creatividad despierta.
También está el tema laboral. Quiero lograr hacer algo por gusto y no por necesidad. No va conmigo eso de ser esclava de algo que detesto, sólo por un sueldo.
Me aterra y al mismo tiempo me llena de ilusión la maternidad, y con mi compañero nos sentimos más listos que nunca, pero al mismo tiempo es difícil enfrentar tanta presión y no saber qué responder ante la clásica preguntita del millón: "y la guagua cuándo?" y probablemente cuando venga el primero, la pregunta será cuando viene el segundo. Dios santo! quién me mandó a nacer en un país de cultura tan metiche.
Creánme, no es nada fácil ser mujer, de casi 34 años y vivir en una sociedad como ésta, y más encima ser la "revelada anti sistema" que siguió un camino tan no tradicional. Eso por ejemplo, es algo que extraño de Canadá...allá NADIE se mete en tu vida. Acá, te invaden/presionan con preguntas de índole demasiado personal para mi gusto. Así que las preguntas en relación a lo laboral, al qué voy a hacer de mi vida y mis períodos fértiles, son MI problema!! Gracias por la preocupación...

Volver también implica varias cosas que me llenan de ansiedad e ilusión: reencontrarme con mis amigas y familia, conocer a mi sobrino de año y medio y a mi sobrina de un mes de vida, volver a ver a nuestro gato Benito y asumir que nunca más veré a mi gata Thelma. Crear nuevos proyectos viajeros y buscar nuevos caminos que me lleven a cumplir mis próximos sueños. Crear una nueva rutina, pero diferente a la convencional. Estoy tomándome el regreso con mucha calma, sin apurar los procesos, ya que es ahí cuando uno toma malas decisiones que van en contra de mi propio ritmo, que es bastante más pausado que el de la mayoría.

No se trata de dónde estés, sino de dónde quieres llegar.


"No llores porque terminó, sonríe porque lo viviste"
Leí esa frase en un muro de Colombia, días antes de volver. Fue una señal que dibujó en mí, una nostálgica sonrisa.
Estoy infinitamente agradecida de haber vivido todo esto. Abrimos nuevas puertas, al experimentar una nueva forma de vida, al ver culturas lejanas y extremadamente diferentes a la nuestra, conocimos gente maravillosa que se cruzó por nuestro camino, probamos nuevos sabores, nos desafiamos a nosotros mismos en contextos casi opuestos al habitual. Descubrimos nuestro propio ritmo de vida y en qué entorno nos sentimos más cómodos. Se nos abrió un abanico de posibilidades gigantesco que jamás hubiésemos conocido de habernos quedado en casa. Experimentamos la libertad de una vida sin televisión ni celulares, y eso nos permitió conectarnos como pareja y con nosotros mismos.
Creo cada vez más en que es posible una vida fuera del molde y siento una fuerte convicción de que habernos permitido vivir esto es la mejor desición que hemos tomado en nuestras vidas (como individuos y como pareja).

No fue nada fácil dejar a la familia, los amigos, casa, negocio, auto, gatos, la seguridad y estabilidad económica. Pero recién hoy, descubro, que comparado con volver, haberse ido no fue nada.
Pero siempre es necesario volver a nuestro lugar de origen, ya extrañábamos demasiado a los nuestros, y después de dos años, era necesaria una pausa. Nunca ha sido mi intención irme de viaje a conocer todo el mundo de una...prefiero hacer varios viajes y en cada uno de ellos explorar un trocito.
Volver a Chile después de un viaje, siempre fue para mí, un período de transición, algo así como la previa a un próximo viaje. Sólo que los viajes anteriores fueron de 3 meses, no de 2 años. Nunca viví fuera, menos en un país que tiene todo lo que siempre soñé para el mío. Y esa será una de las partes más duras de enfrentar. Estoy insoportablemente crítica, todo lo que funciona a medias en mi ciudad, me hace recordar lo maravillosamente bien que funcionaba todo por allá. Tengo que hacer un esfuerzo sobrenatural desde que nos fuimos de Vancouver, por no comparar, pero me es imposible. Pero en vez de achacarme, hago el trabajo de verlo con humor y con la conciencia de aceptar y darme cuenta de lo afortunada que soy por haber sido parte de esa hermosa realidad. Y también conciente de que en mi país, las cosas están bastante mejor que en otros países sudamericanos.
Sin duda alguna, la que se fue hace dos años no es la misma que volvió. En escencia, soy la misma, lo sé...pero es inevitable regresar sin una nueva mirada y percepción de las cosas.
Como dice el refrán de Nelson Mandela: "No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuánto has cambiado tú".
Por otra parte, siento que vivir en un lugar que no me atrae, me obliga a no estancarme, a no acostumbrarme y a mantenerme en movimiento. Y por el contrario, esa era la peligrosidad de quedarse a vivir en Vancouver, nos gustaba a tal nivel, que quedarse pegado para siempre, dejar de viajar y ponerse ambicio$o, trabajólico y caer sin casi darnos cuenta en la matrix, era crónica de una muerte anunciada.

Sólo un adicto/a a los viajes lograría empatizar con todo lo que me pasa. La mayoría no lo entiende, y no los juzgo...hay que vivirlo para saber lo que todo esto implica. Porque lo mío no es un escapar de la rutina, no es un mero deseo de salir de vacaciones. Lo mío ya es un estilo de vida, logré hacer de mi sueño una realidad, que va más allá de conocer paisajes bonitos o coleccionar timbres en el pasaporte, es más un conocerme a mí misma y coleccionar momentos inolvidables, conocer gente con otras costumbres, formas de vida y de pensar. Mi deseo es irme de este mundo habiendo experienciado vivencias enriquecedoras, únicas, increíbles e irrepetibles...y hasta ahora, ese deseo está más que cumplido.
Creo que la responsabilidad más grande que tenemos en este paso por la vida, es ser felices y hacer feliz a quienes amamos. A mí, viajar es sin duda lo que me hace más feliz, y por el contrario, la rutina y quedarme en un solo lugar demasiado tiempo, por muy increíble que sea ese lugar, es apagar esa llama que me mantiene prendida, con ganas de aprender, descubrir, desaprender y comprender el maravilloso mundo que nos rodea. Y la realidad, repito, es el mundo entero y sus subrealidades (las bonitas y las que no lo son tanto).

Y créanme, prefiero haber vivido todo esto, pese a todos los miedos e incertidumbres que conlleva nuestra vuelta, que haber dejado de hacerlo por seguir el camino tradicional o simplemente por miedos.
Nos animamos a dejar todo atrás, para tenerlo TODO por delante.





Después de todo, volver...no es más que un volver a empezar...y aunque eso parezca un retroceso, al menos para mí, eso de partir de cero es una nueva oportunidad, que sin dudas viene llena de sorpresas y nuevas experiencias gratificantes y enriquecedoras.


viernes, 2 de mayo de 2014

Lo que el tiempo se llevó...

Cuándo fue exactamente el momento en que una persona con su ambición, comprometiera la vida de miles de personas, etnias, bosques, animales, pulmones del mundo?!
Donde quedaron esos tiempos en que los niños jugaban al aire libre, y usaban su creatividad para entretenerse? Que tiempos aquellos donde se iba a la biblioteca o se buscaba en otras fuentes de información lejanas a google/wikipedia, copiar/pegar, tarea lista/aprendizaje? Cero.
Donde fue a parar esa época donde había más tiempo para todo? Hoy en día hay que sacar numerito para poder coordinar una junta con la familia por ejemplo.
Y créanme. Estando lejos (fisicamente) me he sentido más cerca de ellos (emocionalmente) que cuando vivíamos a cuadras de distancia. Será que toda la humanidad lleva en su ADN una pequeña cuota de insensatez que nos hace ser tontos y no apreciar a los que amamos hasta que los tenemos bien lejos? Quizás diosito nos instaló un chip de estupidez humano, para que a lo largo de nuestras vidas, aprendiéramos a punta de errores y caídas...
Creo que incluso el cerebro humano en estos tiempos funciona de forma diferente. Nos hacen creer desde chicas, que si eres flaca y bonita abrán más puertas abiertas para ti en la vida. Ojalá estudies algo que te de un "buen pasar" a futuro, y te cases con un "buen partido"...y esa filosofía de vida, se esparce a través de la tv y otros medios masivos, hasta que el chip se instale en tu cabeza y lo aceptes como una gran "verdad". Y pensar que cuando mi abuela tenia mi edad, con suerte existía la tele...
Hoy, anda a quitarle la tele a un cabro chico...se puede llegar a morir. O el video juego, o el computador! Ahí lo mataste. Lejos, el peor castigo.
En los 80, década que pasé mi infancia, mi peor castigo era que no me dejaran salir a jugar.
Me sorprende lo que han generado las redes sociales, que aparecieron hace 6 años, al menos en Chile...y de la mano, los celulares inteligentes, que yo creo que se hacen inteligentes a costa de los humanos. Nos chupan la energía, se lleva de maravillas con el insomnio (y junto a facebook son el trío maravilla)
La gente ya no anda por la vida mirando hacia el frente, todos -o la mayoría- mira hacia el suelo... y es que el hábito preocupante del celulítico, ha llegado para instalarse como tendencia para ser las nuevas extensiones de brazos de los seres humanos del planeta. Pocos se salvan: en Myanmar, Camboya, Indonesia Laos y Nepal (y seguro, en muchos lugares más), siguen conectados a la naturaleza, a sus creencias religiosas, a sus animales y arrozales, que son su sustento de vida. Los niños se vuelven locos si les sacas una foto y después se la muestras en la pantallita de la cámara. Es bello! auténtico, especial para estos tiempos. Quizás, si hubiera andado viajando con celular, no me hubiese ni percatado de eso.
Antes no se viajaba tanto como ahora. Cuando yo era chica, nuestras vacaciones eran en el sur de Chile...unos de los lugares más hermosos del mundo. Pero fuera de Chile jamás, yo moría de ganas, pero no era para nada común.
Ahora, si nos vamos hacia atrás en la línea cronológica, recordemos a los grandes descubridores y esos viajes que hacían. Quién viaja así hoy en día? Nadie! hoy, eso sería un suicidio. Lanzarse en un barco a cruzar un océano, con unos mapas de trazos desvanecidos, sin gps...o recorrer un continente a caballo con apenas provisiones?...Are you crazy? Hoy, optamos por lo cómodo, lo rápido y seguro, sin darnos cuenta de que eso nos ancla y estanca.
La tecnología está al servicio de nosotros y podemos comprar vuelos baratos, planear un viaje leyendo otros blogs, "simplificar" la vida, encontrando en internet redes de otros viajeros que se dan la mano en el camino...y así. Los avances tecnológicos nos entregan muchas ventajas, como la inmediatez que ofrece, permitiéndonos escribir desde el otro lado del mundo, una historia eterna a mi familia, y tras el click de enviar, está disponible en sus mails en menos de un minuto. Aunque nada se compara con una carta escrita de tu puño y letra o la tinta corrida provocada por un lagrimón.
 Es curioso, pero estar conectado todo el tiempo, te desconecta de lo verdaderamente importante. Las conversaciones de antes tenían té, café, ojalá vino sobre la mesa. Hoy, también hay tecitos y esas cosas, pero el invitado de honor es el celular. Actúa como el posa vasos, y de esos con hologramas, que distraen y uno los mira de todos los ángulos, y eso no me gusta, porque mata la magia del momento, y corta un diálogo que quizás nunca surgió por culpa del aparatito.

Gentileza de Google imágenes. Yo, me siento un poco como el hombre del círculo rojo.

Creo que hay contextos para todo. Y hay momentos en que el celular no debería estar ni cerca. Hay conversaciones que nunca se volverán a repetir, y así mismo, pasa con cientos de instantes al día como un atardecer, un coqueteo en la micro, osimplemente preguntar la hora o alguna dirección, en vez de permitir que la "inteligencia" de nuestro teléfono, le gane a nuestra pereza o timidez.
Creo que las generaciones de antes eran más arriesgadas. Eran más osadas ante los cambios. Si venían hijos a los 20, aperraban con todo. La casa, el colegio, ahí se veía.
Hoy, existe una preocupación un tanto paranoica y egoísta respecto al futuro. Antes de los hijos, quiero viajar, quiero completar mis estudios en el extranjero, quiero un trabajo estable y seguro, ojalá tener al menos el pie de la casa pagada, un colchón de ahorros y quizás ahí, pensaría en tener hijos.
Y no me cabe duda alguna que cada padre y madre quiere lo mejor para sus hijos. Pero, qué es lo mejor para ellos? una gran casa? ropa de marca? un colegio carísimo? No! Desde mi humilde punto de vista, lo mejor y más valioso que puedes darle a un hijo es tiempo!! Y tiempo de calidad.
Si hay algo que he aprendido viajando y viviendo en otro país, con otro clima, otro idioma, otro TODO...es que el ser humano tiene una capacidad de adaptación gigante, y estoy consciente de que debo adaptarme a ciertas cosillas que me hacen ruido...pero confieso que añoro esa época donde la gente usaba sus tiempos libres para actividades más "nutre alma" como aprender un idioma o un instrumento.



Confieso que prefiero tener tiempo para hacer lo que me gusta, aunque no me genere ingresos ($) a que mi tiempo sea igual a dinero, y mi espacio de libertad sea de 2 cuotas semanales carísimas dentro de un año. Me gustaría revivir esos tiempos en los que en vez de mail, habían cartas o postales, y la paciencia sabía esperar...esos tiempos en que la gente compraba su autito usado para moverse, en vez de endeudarse un par de años por un auto carísimo, pero que me da "status". Prefiero los chanchitos de ahorro en vez de las cuentas bancarias (podría apostar que somos pocos los que a sus treinta y tantos, nunca han abierto una cuenta)
Antes no existían generaciones desechables como éstas, que botan lo que aún sirve, como ropa, celulares, televisores sólo por comprar el nuevo modelito y así estar a la moda. Esto aplica incluso en las relaciones de pareja...


La vida moderna está impregnada de competitividad (en el trabajo, la escuela, las amistades, hasta en la familia) y esa competitividad arrastra al egoísmo como medio de destacarse y ser más que los demás en una sociedad que valora a las personas por sus pertenencias, más que por su intelecto o espiritualidad. Digo espiritualidad no como la aceptación de una religión, sino como la capacidad de elevar la conciencia despojándonos de todo materialismo innecesario.

Yo comparto la filosofía del presidente de Uruguay.

Quizás el tiempo se llevó muchas cosas, y junto con ellas, mi esperanza de que vuelvan...
Será que el tiempo se llevó ciertas costumbres de antaño que debiéramos revivir? o al menos equilibrar, con el ajetreado y consumista presente?




miércoles, 19 de febrero de 2014

El que mucho abarca...



Tengo un "trabajo" secreto. Y pongo la palabra trabajo entre comillas porque no es uno de verdad, ya que nadie me paga por ello.

Gente que ni me conoce, algunos sí, me escriben para pedirme ayuda y orientación en su próximo viaje. Pero muchos de esos mensajes no sé cómo responder. Y ahí se invierten los papeles, porque la desorientada soy yo. 
Pasa que hoy la vida está muy acelerada, eso no es ningún descubrimiento. Y no toda la gente tiene el tiempo -ese bien que parece ser cada vez más escaso- para tomarse varios meses y largarse a recorrer el mundo o todo un continente. Por otra parte, entiendo la necesidad de esas personas de tomarse 3 semanas de sus ajetreadas vidas, para irse al otro lado del globo. Y claro, si me voy a gastar buena parte de mis ahorros en el pasaje, y considerando que, quizás, nunca más vuelva a ese lado del mundo, quiero aprovechar y conocer lo más posible. Y en esa confusión del "donde voy", me escriben para aclarar sus dudas. Y es ahí cuando mi cerebro se desconfigura con mails como estos:
"Hola Pame, quiero ir a Asia en unos meses. Tengo 3 semanas y quiero ir a Tailandia, Camboya, Laos, Vietnam, Malasia, Indonesia..." y mientras voy leyendo, le agarro bronca al jefe de esa persona por no darle más de 3 semanas de vacaciones, odio al sistema y la rutina, me enojo con Asia por estar tan lejos, me dan ganas de ser la presidenta del país y regalarles a todos un año sabático y dejar la grande en la economía nacional.
Pero como nada de eso me sirve, y lo de ser presidenta no está en mis planes, escribo este post para dar los motivos del por qué no conviene hacer una locura como esa:
Llegar a Asia desde Sudamérica implica "perder" 2 días de ida y 2 de vuelta (incluso 3). Para mí el viaje en sí jamás será una perdida de tiempo, pero para alguien que viaja con tiempo limitado, lo es. Cuando con mi compañero de vida nos fuimos a Asia (desde Chile) salimos un martes (de día), tuvimos una escala de 9 horas en Sydney, Australia, por un tema de huso horario, el miercoles no existió, y nunca nadie me lo devolvió, y recién el jueves en la noche llegamos a Bangkok, Tailandia. Piensa que Asia está al otro lado del mundo, y allá, son 12 horas más. Nuestro viaje recién comenzó el viernes, y con un jet lag y desconfiguración corporal de aquellas!! Ese es un detalle no menor, que la gente pasa por alto. 
Por otro lado, si seguimos en el ítem traslados, moverse entre un país y otro es lento. Incluso si tomas un vuelo de 2 horas, tendrás que estar en el aeropuerto 2 horas antes, y llegar a destino, reubicar tu gps interno, cotizar taxis y ver cómo llegar al centro y encontrar tu alojamiento, es una tarea que te tomará todo el día. 

Es más importante el viaje, que el destino.

Recuerda: por muy corto que sea el vuelo, los cambios de presión con la altura te deshidratan y dejan agotado. Viajar en avión, es más rápido que en bus, eso ya lo sabemos. Pero viajar más rápido, es más caro. Muuucho más caro. Y el precio más alto, creo yo, es perderse lo que hay en el camino. Cruzar fronteras por tierra te hace apreciar más la idiosincrasia de cada país, y hay que considerar los tiempos de espera y trámites fronterizos, que siempre son lentos, sobre todo en Asia, donde todo es un despelote. Perderse lo que hay entre un país y otro: pueblos, gente que se sube al bus a venderte lo invendible, y sobre todo los paisajes, puede que a muchos les importe un comino, pero a mi, todo eso, me parece fascinante, imperdible y parte de la aventura. 
Al final qué tipo de viaje tendrás? pasarás más tiempo arriba de medios de transporte que en cada país al que destinaste conocer en 3 días. Terminarás abarcando demasiado y finalmente no conociendo NADA. Gran parte de tu presupuesto se irá en visas que en promedio te saldrán 50 dólares cada una, para qué? Para ver e ir a sacarle una foto al ícono del país y chao? Para que tus amigos de facebook vean que estuviste en 10 países, cuando en verdad no estuviste en ninguno?
Viajar por 3 semanas no es el error. El error está en planificar un viaje de 3 meses en esas 3 semanas. Sin embargo, si en esas 3 semanas te enfocas sólo en un país, Tailandia por ejemplo, no tendrás que andar a la rápida, podrás disfrutar de las playas con tiempo, porque créanme, llegar a un paraíso y saber que pasado mañana tienes que irte, no te hará disfrutarlo, estarás sufriendo de entrada, y cualquier imprevisto en el camino será un stress. Y cuando vuelvas a casa, necesitarás otras vacaciones de tus vacaciones.
Recuerda que en nuestras mentes siempre tendemos a comparar con eventos pasados. Si antes ya tuviste 3 semanas de vacaciones, o incluso una semana, pero en un resort en México, recordarás que esa semana te dió para hacer muchísimas cosas. Y claro, en esos lugares el tiempo transcurre de otra forma, más lento y, por ende, los días se hacen más largos. Pero viajar por un continente y moverte entre países, o incluso ciudades dentro de un largo país como Vietnam, es otra cosa.
No pretendo que viajen a mi modo, pero si me escriben en busca de consejos, eso es lo que les recomiendo: viajen más lento, disfruten la experiencia, denle cabida a los imprevistos, que son parte de todo viaje, equilibren el cansancio inevitable, con varios días de relajo y simplemente hacer nada, y aprovechen de hacer lo que en sus rutinas es casi imposible: conozcan(se) y descubran(se) 

Meditando sobre mi vida...

...Descubrí que quería ser catadora de atardeceres

Isla Gili Trawangan, Indonesia.