viernes, 8 de marzo de 2013

Entrada a Laos por el Mekong.

Después de Myanmar, Nuestro próximo destino era Laos. Pero una vez más teníamos que pasar por Tailandia, ya que desde el norte entraríamos por el famoso delta del mekong. Ahora sí que sí, Adios Tailandia!
Cruzar de Tai a Laos fue rápido y sencillo. Hicimos los respectivos trámites fronterizos y pagamos en la aduana más hippie del mundo nuestra visa que nos salió 30 dólares.

A la espera de otra visa en nuestros pasaportes...

Una vez en Laos, se siente un ritmo mas lento y una energía diferente, más relajado, con una onda isleña, de clima agradable, gente pausada y sonriente. Que rica bienvenida a Laos! Sentimos inmediatamente que nos quedaríamos más de lo presupuestado. Y nuestra entrada al país fue a través de el mekong, navegando durante dos largos días en el slow boat con gente de todas partes del mundo (nosotros, como siempre, los únicos chilenos). Ibamos preparados para lo peor, para lo más incómodo del planeta, y la verdad, es que estuvo bastante bien.

En el slow boat.



El primer día se navega toda la tarde y justo al atardecer para en Pakbeng, un pueblito de una calle con, básicamente, lugares donde pasar la noche y uno que otro restaurant. Y esa parada en ese pueblo en medio de la nada fue bien particular: apenas pusimos un pie sobre tierra, llegaron a ofrecernos marihuana, guesthouse, opio, guesthouse and more "tickets to the moon", and more guesthouse... Plop!
Accedimos al ofrecimiento (de un guesthouse) y seguimos al chico que nos llevó al final de la calle. Al llegar vimos la pieza que parecía una cabañita y dimos el ok, ahí pasaríamos las próximas 8 horas y lo único que queríamos era dormir, pero de pronto llegaron nuestras vecinas y sus voces se escuchaban como si estuvieran dentro de nuestra pieza. Nuestro super alojamiento barato era una especie de bungalow divido en 2 por una pared que era más bien una telita de cebolla y durante toda la noche tuve un concierto de ataques de tos de nuestra vecina, y su pobre amiga, que no sabemos qué diablos habrá comido por ahí, pero la pobre tuvo que lidiar con sus asuntos estomacales y la cero privacidad. Mientras mi compañero dormía como si estuviéramos en un resort all inclusive, yo pasé una de las peores noches del viaje (y de mi vida) ya que venía con un cansancio acumulado de aquellos. No logré dormir ni un minuto y al día siguiente, cuando sonó la alarma, mi agotamiento fue tal que me puse a llorar! jajajja...el lado B de viajar.
Muerta de sueño, agarré mi mochila que por primera vez la odié a muerte y nos embarcamos al segundo día de navegación. El paisaje se puso más bonito que el día anterior y quedarme dormida frente a esa maravilla parecía ser un crimen, asi que me mantuve despierta para disfrutar el espectáculo. Me conecté con el aquí y ahora profundamente, e incluso, disfruté del sueño que tenía. Que presente más agradable. Mira donde estamos! Eran las frases más recurrentes que paseaban por mi cabeza, mientras observaba escenas rurales del presente de los laosianos: mujeres lavando ropa a orillas del río, niños bañándose mientras juegan, ríen y te saludan a lo lejos. Y uno que otro búfalo de agua, dándose un baño.




Melancolía laosiana...navegando en su propio mundo.

Y sin darnos ni cuenta, cuando finalmente decidí cerrar mis ojitos y descansar un rato, llegamos a Luang Prabang.

Datos prácticos: El slow boat se recomienda tomarlo a través de un tour de agencia desde Chiang mai o Chiang rai (Tailandia) desde ahí salen mini buses que te llevan a Chiang khong y desde ahí te cruzan a Huay Xai (Laos) que es el paso fronterizo. Después de pagar los 30 dólares de visa te llevan al slow boat que para en Pakbeng al atardecer y al día siguiente, a las 8 am, sale rumbo a Luang Prabang. Todos esos traslados son parte del tour que vale 1500 baths (60 dólares - 30 mil pesos chilenos) No incluye comidas ni alojamientos, sólo el transporte)
Antes de subir al slow boat, algunas personas compran cojines y no es necesario. Los asientos son cómodos y con respaldo, no como antes del 2012. Lleve comida, agua y papel higiénico. Y para matar el tiempo, buena música, un libro o cualquier cosa que lo entretenga y mantenga ocupado. También trate de cargar un poco de paciencia, porque si hay algo que caracteriza a los laosianos es la lentitud.

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